Islandia y Chipre dieron una respuesta diferente a la crisis financiera
que, respectivamente, las arrolló en los años 2008 y 2012. En Chipre
presenciamos una dura competencia entre la Unión Europea, por una parte, y la
mafia y los grandes capitalistas rusos, aliados a la Iglesia ortodoxa
chipriota, por la otra, que son grandes inversionistas en la isla. Además,
enfrenta esta la amenaza a su independencia planteada por la ocupación turca de
un tercio de su territorio y la decisión de evitar por todos los medios que
explote sus reservas de gas.
En Chipre no sólo está en juego la defensa del capital financiero, sino
también el conflicto imperial con Rusia por el Mediterráneo Oriental y el Medio
Oriente, mientras que, en el caso de Islandia, al resto de los países europeos poco
les preocupó que especuladores financieros ingleses y holandeses perdiesen con
el cierre de bancos islandeses.
La diferencia entre islandeses y chipriotas, estriba en el hecho de que los
primeros desconocieron la deuda externa, se negaron a pagarla, derribaron al
gobierno de banqueros y reformaron la Constitución; mientras los segundos, tras comprobar que los
grandes perdedores de la crisis no serían los pequeños ahorristas, sino los
especuladores, los traficantes de drogas y tratantes de blancas rusos,
aceptaron una solución que en cualquier momento puede despojarlos y nuevamente
pusieron su cuello bajo el yugo de un sistema financiero corrupto.
Chipre vive una “soberanía” limitada, depende del juego internacional entre
las potencias y de las consecuencias derivadas de su carácter de paraíso fiscal
(depósitos externos que superan en 47 veces su PIB, ello producto del lavado de
dinero, tráficos ilegales y criminales de y hacia Rusia y Medio Oriente).
Los bancos islandeses fueron nacionalizados. Buena parte de la deuda
externa no se pagó, la nueva Constitución garantiza que la nación es propietaria
de los bienes comunes e instituyó la obligación de convocar a referendos
populares antes de adoptar decisiones importantes. Islandia salió de la crisis
y su economía creció un tres por ciento durante el año 2012.
Chipre, en cambio, arrojó la papa caliente a las manos de los grandes
capitalistas, sobre todo rusos (que perderán cerca de 3 mil millones de euros),
pero la papa está rodando todavía y podría caer del lado de los ahorradores
nacionales. Otro dato: el presidente que en Islandia organizó el primer
referéndum era de izquierda, un ex sindicalista. El presidente que negoció la
deuda chipriota es un gran banquero.
Extracto del artículo de Guillermo Almeyra
publicado el 31/03/2013 en La Jornada
Boletín del Pueblo es una publicación mensual de la OPP
Número 17 / Abril / 2013
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