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Organización  Política  Proletaria OPP

1 jun 2020

Editorial

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Mal ha iniciado el año 2020 para la humanidad, como dice el refrán “mal empieza la semana para quien ahorcan en lunes”. A la ya de por sí espinosa situación financiera en puerta, se le sumó una pandemia de proporciones insospechadas, catastróficas.

Los distintos gobiernos reaccionaron a los tumbos y, a consecuencia de ello, actuaron erráticamente.

En casos muy señalados la pandemia sacó a flote lo más perverso y podrido de ominosos personajes como Donald Trump, presidente de los USA; Jair Bolsonaro, presidente del Brasil; y Boris Johnson, primer ministro de Inglaterra. Cada cual, a su manera, mostró un profundo desprecio por sus gobernados.

En todas las esferas de la vida política, económica y social salieron a relucir los más deplorables sentimientos. Discriminación, odio, miedo, segregación, y toda una extensa lista de conductas nocivas producto, la más de las veces, de la ignorancia y la angustia ante lo desconocido, frente a lo que se desaprueba por ignorancia o por rechazo sistemático a lo que proviene de los gobernantes.

Por si existía alguna duda, el egoísmo empresarial demostró que al capitalista no le interesan las personas, solamente le importa el dinero las ganancias. Por ello la enorme presión para que inmediatamente se reabrieran las actividades económicas consideradas de primer orden, sin importar, por más que dijeran lo contrario, la seguridad de quienes desarrollan tales actividades. Se llegó incluso a absurdos como el de las televisoras y propietarios de equipos de futbol soccer profesional que demandaron reanudar torneos suspendidos jugando en estadios vacíos para evitar ‘contagios’ en este deporte de permanente contacto físico entre los profesionales que lo practican. Pretensión ridícula y criminal de inmediato aplaudida e impulsada por “los jilguerillos” -léase cronistas y analistas deportivos- que se desgañitan a diario tratando de justificar tal monstruosidad.

Quizá la demostración culminante de esa paranoia colectiva han sido las agresiones de diversa índole dirigidas contra el personal de salud. Médicos, enfermeras, camilleros, afanadores, paramédicos, vigilantes y demás trabajadores del sector han sido insultados, amenazados y cobardemente agredidos por hombres y mujeres cuya característica fundamental es el fanatismo y la ignorancia. Cualidad que los ha llevado al absurdo de quemar carrosas fúnebres –cadáver incluido-.


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