Editorial
Mal ha iniciado el año 2020
para la humanidad, como dice el refrán “mal empieza la semana para quien
ahorcan en lunes”. A la ya de por sí espinosa situación financiera en puerta,
se le sumó una pandemia de proporciones insospechadas, catastróficas.
Los distintos gobiernos
reaccionaron a los tumbos y, a consecuencia de ello, actuaron erráticamente.
En casos muy señalados la
pandemia sacó a flote lo más perverso y podrido de ominosos personajes como
Donald Trump, presidente de los USA; Jair Bolsonaro, presidente del Brasil; y
Boris Johnson, primer ministro de Inglaterra. Cada cual, a su manera, mostró un
profundo desprecio por sus gobernados.
En todas las esferas de la
vida política, económica y social salieron a relucir los más deplorables
sentimientos. Discriminación, odio, miedo, segregación, y toda una
extensa lista de conductas nocivas producto, la más de las veces, de la
ignorancia y la angustia ante lo desconocido, frente a lo que se desaprueba por
ignorancia o por rechazo sistemático a lo que proviene de los gobernantes.
Por si existía alguna duda, el
egoísmo empresarial demostró que al capitalista no le interesan las personas,
solamente le importa el dinero las ganancias. Por ello la enorme presión para
que inmediatamente se reabrieran las actividades económicas consideradas de
primer orden, sin importar, por más que dijeran lo contrario, la seguridad de
quienes desarrollan tales actividades. Se llegó incluso a absurdos como el de
las televisoras y propietarios de equipos de futbol soccer profesional que
demandaron reanudar torneos suspendidos jugando en estadios vacíos para evitar
‘contagios’ en este deporte de permanente contacto físico entre los profesionales
que lo practican. Pretensión ridícula y criminal de inmediato aplaudida e
impulsada por “los jilguerillos” -léase cronistas y analistas deportivos- que
se desgañitan a diario tratando de justificar tal monstruosidad.
Quizá la demostración
culminante de esa paranoia colectiva han sido las agresiones de diversa índole
dirigidas contra el personal de salud. Médicos, enfermeras, camilleros,
afanadores, paramédicos, vigilantes y demás trabajadores del sector han sido
insultados, amenazados y cobardemente agredidos por hombres y mujeres cuya
característica fundamental es el fanatismo y la ignorancia. Cualidad que los ha
llevado al absurdo de quemar carrosas fúnebres –cadáver incluido-.
Organización Política Proletaria
OPP
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