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Organización  Política  Proletaria OPP

18 feb 2012

¿QUE TIPO DE PARTIDO QUEREMOS CONSTRUIR?


 I. ¿QUE TIPO DE PARTIDO QUEREMOS CONSTRUIR?


En México predomina el modo de producción capitalista. En consecuencia, la sociedad mexicana se haya dividida en clases las cuales luchan entre sí. Mientras unos cuantos individuos son dueños de los medios de producción y se apropian de la riqueza generada por la sociedad en su conjunto, la gran mayoría de mexicanos permanecemos sumidos en la miseria económica, política, cultural, etc.

De las clases existentes en nuestro país, la burguesía y el proletariado son las clases fundamentales, y de cómo se resuelva la lucha entre ellas, depende cómo se resolverá el conjunto de contradicciones sociales.

Hoy el capitalismo nos oprime y nos explota, descarga sobre nosotros toda su secuela de nefastas consecuencias como son, entre otros, el desempleo, la corrupción, la violencia, la prostitución, la delincuencia, la drogadicción, la emigración de millones de mexicanos y más de veinte millones de compatriotas en la miseria extrema.

Son los capitalistas quienes deciden que se produce y como se produce. Ellos dictan la forma como debemos pensar. Nos imponen autoridades y gobernantes, ellos deciden como nos relacionamos con los distintos países del mundo. En tanto nosotros debemos permanecer callados y sumisos.

A pesar de que los capitalistas son unos cuantos, logran imponernos sus condiciones económicas y políticas porque se encuentran organizados. Poseen un enorme, sofisticado y eficiente aparato político-militar que les permite explotarnos y oprimirnos. También cuentan con un gran aparato ideológico, como los medios masivos de comunicación, las diversas iglesias, las escuelas, etc., por medio del cual predican e imponen la mansedumbre y condenan todo intento que realicemos para liberarnos del yugo que oprime nuestra garganta.

Nosotros, los oprimidos y explotados somos la inmensa mayoría de la sociedad. A lo largo de nuestra historia hemos dado grandiosas batallas para satisfacer nuestros anhelos de justicia y democracia. Sin embargo, todas las luchas protagonizadas por las masas explotadas de nuestra patria, han sido aniquiladas a sangre y fuego, y así, hoy en día vemos como nuestras conquistas económicas y políticas son anuladas una a una.

¿Sí somos la mayoría, por qué sucede esto? Esto ocurre por la simple y sencilla razón de que mientras nuestros enemigos se encuentran unidos y organizados, nosotros permanecemos desarticulados, desunidos y sin ninguna organización. La burguesía aplica el viejo principio de Maquiavelo: “divide y vencerás” y nos mantiene confrontados en no pocas ocasiones entre nosotros mismos; además de que la diversidad de intereses de las masas populares, nacida del hecho que las masas están compuestas también por diversas clases, profundiza aun más las confrontaciones, con gran beneplácito de nuestros adversarios.

Es por ello que todos los que de una u otra forma padecemos las desigualdades y el despotismo del gran capital, tenemos que luchar para que esta situación cambie. Es necesario que nos unamos y organicemos, pues de lo contrario jamás podremos transformar esta situación. Tomemos clara conciencia de que somos nosotros, obreros, campesinos y pueblo en general; los dueños de nuestro propio destino.

Estamos convencidos de que esta unidad sólo la lograremos si somos capaces de organizarnos en un gran partido político que defienda nuestros intereses y luche por alcanzar nuestros objetivos presentes y futuros. Y esto sólo puede hacerlo un gran partido obrero, socialista y revolucionario, en fin, un partido comunista integrado con los cuadros más avanzados en lo teórico, capaces, destacados, decididos y disciplinados que la clase obrera produce en su lucha contra la burguesía pero que permanecen dispersos y desorganizados, sin poder desplegar todo su potencial revolucionario por no contar con la organización política capaz de capitalizar sus energías hacia la destrucción del capitalismo y la construcción de una sociedad nueva, sin explotados ni explotadores, organización que, como señalamos antes, no puede ser otra que el partido del proletariado, el partido comunista.

Un partido capaz de dirigir a nivel nacional la lucha cotidiana de las masas. Que defienda con intransigencia los intereses mediatos e inmediatos de los obreros, de los campesinos y los del pueblo en general. Un partido profundamente enraizado entre las masas populares, capaz de desarrollar consecuentemente la lucha revolucionaria en cualquier situación, legal o ilegal. Un partido que por su ascendencia entre la población se convierta en su vanguardia política, ideológica y, como consecuencia de ello, en el Estado Mayor de la lucha revolucionaria por el socialismo.

Necesitamos un partido férreamente cohesionado en lo político, en lo ideológico y en lo organizativo; que actúe como voluntad única y en forma tal que pueda resistir los embates del Estado burgués y sus aliados. Un partido sólido y capaz de conducir la lucha revolucionaria del pueblo mexicano hasta la victoria definitiva y la instauración del socialismo en México. Este es el partido que necesitamos construir.

1. FUNDAMENTO IDEOLOGICO DEL PARTIDO

En una sociedad dividida en clases todo partido u organización política, según sean sus planteamientos ideológicos, representará los intereses de una u otra clase social.

Si nosotros aspiramos a representar los intereses de las clases oprimidas por el gran capital, es decir, si queremos guiar a los obreros, campesinos y pueblo en general hacia su liberación definitiva, debemos contar con los principios ideológicos que nos permitan conseguir tal objetivo.

Estamos convencidos de que este sólido bagaje sólo puede proveérnoslo la ideología de la clase de avanzada, la más revolucionaria, la que por sus condiciones objetivas de existencia no tenga nada que perder en una revolución comunista, y, como decían Marx y Engels, tengan en cambio un mundo que ganar, tal clase social es, en México, el Proletariado y su ideología, el Marxismo-Leninismo, es la única teoría filosófica capaz de interpretar científicamente la realidad objetiva; ya que éste es la sistematización genial de todo el conocimiento que ha desarrollado la humanidad a lo largo de su historia. Es la sistematización genial de las experiencias de lucha revolucionaria desarrollada por el proletariado y demás clases oprimidas por liberarse del yugo capitalista en México y el mundo.

Únicamente el Marxismo-Leninismo nos enseña que somos las masas los verdaderos hacedores de la historia. Las que en un futuro habremos de construir una sociedad más justa y equitativa. Sólo el Marxismo-Leninismo nos enseña a edificar este tipo de sociedad posible de ser únicamente en la medida que logremos arrancarle de las manos a la burguesía el control sobre los medios de producción y, con ello, el poder político, económico e ideológico que hoy detenta, y que nunca cederá por propia voluntad.

Con las herramientas ideológicas del Marxismo-Leninismo también seremos capaces de distinguir a nuestros amigos de nuestros enemigos, para apoyarnos en los primeros y enfrentar con eficiencia a los segundos. Para desenmascarar a quienes haciéndose pasar por nuestros aliados pretenden utilizarnos como carne de cañón para satisfacer sus ambiciones personales o de grupo para, finalmente, terminar traicionándonos, como tantas veces ha ocurrido en la historia de la humanidad.

2. LINEA POLITICA

Guiar a las masas en la lucha revolucionaria hasta la victoria definitiva sobre el gran capital, le impone al partido contar con una línea de acción acorde a tales objetivos. Esta línea de acción no es otra que su línea política, la cual deberá ser, necesariamente, producto de la aplicación creadora del Marxismo-Leninismo al análisis de nuestra realidad nacional, y no la traslación mecánica a nuestras condiciones de las aportaciones que han realizado los grandes teóricos del socialismo científico.

Nuestra línea política debe ser clara y precisa. Del análisis concreto de la realidad concreta estableceremos las acciones que nos permitan acercarnos gradualmente a la consecución de nuestra meta final: La toma del poder político por el proletariado y demás clases oprimidas y explotadas por el capital para “expoliar a los expoliadores” y construir una sociedad nueva, verdaderamente democrática y libre.

En la línea política se plasman nuestros métodos de lucha y la forma en que habremos de implementarlos (táctica) y los objetivos fundamentales de nuestra lucha (estrategia). En la línea política están expresados en forma práctica los principios ideológicos que rigen nuestra actividad.

3. PROGRAMA

Es en el programa donde los partidos u organizaciones políticas denotan su verdadera posición de clase. En él podremos percibir si sus intereses son los mismos que los del pueblo o están contra él. Resulta obvio que si un programa, por bien elaborado y estructurado que esté, presupone la preservación de la propiedad privada sobre los medios de producción, si no busca terminar con la apropiación de la riqueza social por los explotadores y asegura, en una u otra forma, la hegemonía político-económica de la clase social dueña de los medios de producción, mientras que las demás permanecen oprimidas y explotadas; éste será un programa eminentemente burgués que debe ser rechazado con energía y decisión.

Por el contrario, si el programa de determinada fuerza política se propone abolir la propiedad privada sobre los medios de producción, si pretende la distribución  de la riqueza social en base al principio: “de cada cual según sus posibilidades y a cada cual según sus necesidades”, y busca además terminar con la hegemonía político-económica de una clase social sobre las demás y así terminar con la opresión y la explotación del hombre por el hombre; entonces hablamos de un programa de carácter socialista que beneficia a toda la población.

De suyo se comprende entonces, que nuestro programa estratégico se basa en la expropiación de los medios de producción y su puesta en manos de los trabajadores, únicos y verdaderos productores de la riqueza social, convirtiendo a los medios de producción de propiedad privada en propiedad social. Pero los comunistas no podemos pedir a los trabajadores que esperen a que se consume la revolución para lograr mejoras inmediatas, aunque sean parciales, en sus condiciones de vida. Más aun, estamos obligados a encabezar tales luchas para convertir las luchas económicas de las masas, en luchas por el poder político, en palancas de la lucha política (Lenin); por lo tanto, debemos asimismo enarbolar un programa táctico de movilización de los trabajadores para arrancar a los explotadores mejoras económicas y mayores derechos políticos que nos coloquen en condiciones de lucha más favorables.

En consecuencia, nuestro programa táctico debe contener, entre otros, los legítimos reclamos del pueblo por ampliar sus espacios políticos; por democracia y justicia social; por la defensa de los derechos laborales y sindicales de los trabajadores; por recursos financieros y tecnológicos para el campo; por el derecho a una educación laica, gratuita, crítica, científica y popular; por más y mejores servicios médicos; por el acceso irrestricto de los jóvenes al empleo, salud, educación, recreación, deportes y cultura; por la absoluta igualdad social de la mujer, por el total respeto y aceptación de las formas de organización económica, política y social de las comunidades indígenas de toda la nación, en lo que no signifiquen la explotación, opresión o discriminación de otras personas; por vivienda digna para todas las familias mexicanas; por un transporte público racional, eficiente y barato; por el irrestricto respeto a los derechos humanos, civiles y políticos de todos los mexicanos, etc.

El programa debe servir como eficaz medio para unir, organizar y preparar al pueblo para la toma del poder político en nuestro país; el cual, una vez conseguido, nos permitirá reorganizar la vida económica, política y social sobre nuevas bases; donde no haya explotados ni explotadores, donde todos podamos disfrutar los beneficios de la justicia, la igualdad, la democracia y el trabajo de productores libremente asociados.

4. ESTRUCTURA ORGANICA

La estructura orgánica del partido debe estar acorde con las grandes tareas revolucionarias que desarrollamos. De una adecuada estructura orgánica dependerá, en gran medida, poder situarnos a la altura de las tareas que desempeñamos actualmente y de las que realizaremos en el futuro. Además ello nos permitirá resistir los rabiosos embates represivos del Estado burgués y sus aliados.

El partido debe estructurarse en forma tal que nos permita abarcar todos los aspectos de la vida política nacional. Una estructura que propicie que al seno de nuestro partido se practique el Centralismo Democrático y no el verticalismo, el espontaneísmo o la dispersión; concepciones propias de las ideas burguesas y pequeño burguesas en materia de organización. Una estructura que le garantice a todos y cada uno de nuestros cuadros de base y dirigentes, un organismo de militancia donde su trabajo sea canalizado con sapiencia.

Debemos dotarnos de una sólida estructura orgánica que nos permita arraigarnos cada día más entre las masas y ser, por eso mismo, su vanguardia política. Una estructura orgánica donde en realidad el militante se discipline a su organismo de militancia, el nivel inferior al superior, el partido en su conjunto al Comité Central y éste al Congreso Nacional de Delegados como máxima instancia de autoridad.

Una estructura orgánica con una sola política nacional centralizada, con muchos y muy variados comités regionales, estatales, sectoriales, municipales, distritales, locales y de base. Todos actuando en función  de una voluntad ideológica única y disciplinados férreamente a su dirección política nacional.

5. INTERNACIONALISMO PROLETARIO

El proletariado no tiene patria, no porque no amemos la tierra donde nacimos, sino porque esa tierra, así como los demás medios de producción son propiedad de los capitalistas, el proletariado no es dueño de nada, salvo su fuerza de trabajo que debe vender día a día para sobrevivir. Es por ello que Marx y Engels señalaron en el Manifiesto del Partido Comunista, que el proletariado debe convertirse primeramente en clase nacional, para lo cual requiere derrotar a su propia burguesía. Sin embargo, el desarrollo del capitalismo lo ha convertido en sistema mundial, y a la burguesía en clase mundial, lo mismo que al proletariado; por ello, la lucha de la clase obrera es una lucha internacional, que se resolverá en una guerra mundial entre la burguesía y el proletariado, tal y como se señala en la obra antes señalada. Por eso, la unidad de la clase obrera mundial es un requisito revolucionario ineludible si deseamos el triunfo de la lucha comunista. Esta unidad se manifiesta como internacionalismo, como el apoyo y la solidaridad de los destacamentos nacionales del proletariado entre sí, pues queda perfectamente claro que las burguesías de los distintos países son muy conscientes del carácter internacional de la lucha de clases y se prestan todo el apoyo requerido. Tal aconteció en la Comuna de París, donde los alemanes permitieron el paso de tropas y pertrechos a París, a pesar de estar en guerra con Francia; o como en la Unión Soviética, donde los países imperialistas prestaron todo su apoyo a la reacción de la burguesía rusa, e incluso formaron una alianza de once países que invadió la naciente nación socialista con el fin de aniquilarla e impedir su consolidación y crecimiento.

Congruente con lo anterior, el partido deberá practicar como norma política invariable, la solidaridad con las luchas que protagonizan los pueblos que en el mundo sufren la opresión y explotación capitalista e imperialista.

Debemos poner énfasis en la defensa del derecho que tienen todas y cada una de las naciones del planeta a su libre autodeterminación y a determinar sin presiones de ninguna índole la forma de gobierno que consideren más conveniente. Sin olvidar que en cada caso concreto, nuestra primera y principal obligación es la solidaridad con el proletariado revolucionario y con las masas oprimidas de cada nación.

Nuestro partido tiene que pugnar porque la ONU, la OEA y demás organismos mundiales sean auténticos foros internacionales donde los diferentes países puedan hacer oír su voz y resolver las contradicciones entre naciones pacíficamente; y no para, como en la actualidad sucede, justificar las ambiciones bélic0-hegemónicas de las grandes potencias capitalistas.

II. CARATERISTICAS QUE DEBEN POSEER LOS MILITANTES DEL PARTIDO

Hacer la revolución no resulta una tarea fácil, al contrario, exige muchos y continuados sacrificios, como escribió Mao Tsetung, “hacer la revolución no es hacer un bordado ni ofrecer un banquete”. Para dirigir un gran movimiento como el que nos proponemos, se requiere de muchos y muy buenos dirigentes y cuadros, capaces en el trabajo y perspicaces en lo político. Con una gran iniciativa, indoblegables ante la adversidad y fieles a su partido y a la clase social que representan.

Un partido es grande en la medida que sus cuadros son firmes impulsores de la noble causa por la cual éste lucha. Militantes ajenos al egoísmo, al espontaneísmo, al heroísmo individualista y la ostentación, productos ellos de las prácticas político-organizativas de la burguesía y pequeña burguesía.

Si los militantes del partido son capaces de ligarse a las masas de todo el país, de encabezar sus justas luchas, de movilizarlas audazmente y si son disciplinados y colectivos en su trabajo, entonces nuestro partido estará profundamente enraizado en ellas, dirigiendo sus acciones y, por lo mismo, sus posibilidades de éxito serán aún mayores. Nuestra obligación como partido es forjar este tipo de militantes.

1. CAPACIDAD TEORICA

Nuestros cuadros deberán ser capaces de manejar correctamente la teoría revolucionaria y, por lo consiguiente, ser capaces de aplicarla en forma adecuada; pues el manejar y aplicar correctamente el marxismo-leninismo les permitirá colocarse por méritos propios a la cabeza de las luchas populares y con ello garantizar mayores posibilidades de triunfo y coadyuvar al fortalecimiento y la consolidación de las organizaciones de masas.

Debemos aspirar a que todos y cada uno de nuestros militantes del partido apliquen creativamente la teoría revolucionaria al análisis científico, la interpretación objetiva y la transformación revolucionaria de nuestra realidad nacional e internacional.

Armados con las poderosas herramientas de la teoría revolucionaria, nuestros cuadros serán capaces de guiar a las masas por el camino correcto; enseñándoles a distinguir lo bueno de lo malo y a precisar con claridad quienes son sus amigos y quienes sus enemigos. También serán capaces de elevar el nivel político del pueblo y podrán organizarlo para la lucha. Únicamente cuadros de este tipo hacen posible que organizaciones como el partido que deseamos crear puedan aspirar seriamente a ser la vanguardia revolucionaria que tanto reclaman las clases oprimidas de nuestro país.

2. DECISION DE LUCHA

No basta conformarse con la capacidad teórica de tales o cuales cuadros. Si estos no tienen una firme y decidida disposición de lucha, de nada valdrá que sean muy claros en lo político. Vale más un cuadro dispuesto a luchar que cien grandes teóricos decididos a no abandonar la comodidad de sus mullidos sillones.

Un cuadro decidido a luchar garantiza la presencia del partido entre las masas. Un cuadro decidido a luchar no sólo realiza trabajo entre las masas, también garantiza que en lo futuro, mediante el estudio sistemático de la teoría revolucionaria, se transformará si duda alguna en un cuadro doblemente eficaz.

Un cuadro decidido a luchar transmite la firmeza de sus principios a los compañeros que lo rodean, los imbuye de su energía y los arrastra a la lucha que desarrolla. Un cuadro decidido a luchar fortalece al partido.

3. ENTREGA ABSOLUTA

Es común encontrarnos con cuadros de gran capacidad teórica y enorme decisión de lucha, pero que en el fondo no están dispuestos a entregarse del todo y para todo a la lucha revolucionaria por el socialismo. Este tipo de cuadros suele trabajar por períodos y abandonan la lucha cuando se enfrentan a determinado tipo de dificultades; ello entorpece la lucha y estanca al movimiento de masas.

Para que un partido sea fuerte e indestructible necesita de cuadros que aparte de su gran capacidad teórica y decisión de lucha, posean un espíritu de entrega absoluta. Eso sin duda, los hará indoblegables ante la adversidad, disciplinados, con una gran iniciativa y, sobre todo, dispuestos a luchar abnegadamente en todo momento, en cualquier parte y bajo cualquier circunstancia. Cuadros así no se arredran ante las dificultades ni menguan sus ánimos de lucha. Con cuadros así el partido será grande.

4. ESCUELA DE CUADROS

Resulta pertinente aclarar que el tipo de cuadros al que hemos hecho referencia no surgen por generación espontánea. Este tipo de cuadros se forja en base a la lucha cotidiana que realizan entre las masas y a la formación política que les brinda su partido. No olvidemos que todo partido político es responsable del tipo de cuadros que lo integran y que de él depende que éstos sean capaces o incapaces, entregados o irresponsables, decididos o abúlicos.

Nosotros deseamos que nuestro partido esté formado por militantes de gran capacidad teórica, decididos a luchar y con una entrega y abnegación absolutas. Pues estamos  completamente convencidos que este tipo de militantes son los que permitirán que nuestro futuro como partido tenga certeza.

Por ello es necesario que el partido implemente la creación de escuelas de cuadros en las colonias, barrios, municipios, delegaciones políticas, en los estados y en todo lugar donde resulte necesario hacerlo. En estas escuelas de cuadros se promoverá el estudio y el análisis a la luz de la teoría revolucionaria, de los grandes problemas económicos, políticos y sociales de nuestra patria. Además, en estas escuelas se profundizará y desarrollará coherentemente el estudio de nuestra historia patria, para extraer de ella las valiosas enseñanzas que nos han legado las luchas de las clases explotadas en nuestro país. Recordemos siempre que una nación cuyos individuos desconocen su devenir histórico, será una nación condenada al sojuzgamiento económico, político y social.

En estas escuelas de cuadros se implementará el estudio del marxismo-leninismo, tanto en lo individual como en lo colectivo; se generará el intercambio de experiencias de lucha y se les sistematizará adecuadamente para regresarlas en forma de teoría a nuestros cuadros y éstos, a su vez, puedan aplicarlas exitosamente a las luchas donde se hallan inmersos. Sólo de esta forma podremos tener auténticos cuadros revolucionarios.



III. VIDA INTERNA DEL PARTIDO

Todo partido político debe tener una vida interna tal que le permita organizar adecuadamente a la actividad de sus militantes, la relación entre sus diferentes niveles de dirección y la implementación práctica de su línea política.

De una vida política interna sana depende en gran medida la proyección del partido en el movimiento revolucionario y de que pueda ser capaz de enraizarse en las masas.

Si la vida interna del partido es anómala, con seguridad los vicios que de ella se deriven serán trasladados por sus militantes a su práctica cotidiana en el seno de las masas; dando al traste con las aspiraciones de su propio partido y con las de las masas. Por el contrario, si esta vida interna es sana, seguramente ello redundará en beneficios para el partido y el movimiento revolucionario.

La experiencia nos indica que mientras más saludable sea la vida interna del partido, mayores serán sus posibilidades para transformarse en la vanguardia revolucionaria del país.

Para garantizar una vida política interna sana es necesario que tanto las actividades prácticas y políticas, como las relaciones intra-partidarias estén debidamente reglamentadas mediante estatutos donde se definan con precisión y claridad los derechos y obligaciones de cada militante y de cada nivel de dirección. En los cuales, además, se especifiquen las sanciones a que se harán acreedores quienes no cumplan con sus obligaciones, funciones y las tareas específicas que les encomiende el partido.

Las contradicciones que surjan al seno del partido deberán ser ampliamente debatidas y ser resueltas en un espíritu de unidad y no en el de la perniciosa confrontación por la confrontación misma. Debe desarrollarse una amplia  lucha ideológica para quedarse con lo positivo y desechar lo negativo. También debe potenciarse la autocrítica sincera y la crítica fraternal y constructiva como método para dirimir las diferencias y corregir los errores. Esto es el gran garante de unidad.

1. CENTRALISMO DEMOCRATICO

Si el partido desea ser un sólido y capaz dirigente de la lucha revolucionaria del proletariado, de los campesinos y el pueblo en general, debe, invariablemente, practicar una vida política interna sana. Para lograr lo anterior nada más tiene un camino: El Centralismo Democrático.

El partido debe practicar el centralismo democrático en su más pura concepción leninista y no en la deformación retrograda que de éste hacen la burguesía y la pequeña burguesía y que nos ofrecen para rechazar y diluir en la nada todo principio de orden, disciplina y autoridad política, en obvio beneficio suyo, pues sus dirigentes saben muy bien que si nos mantienen desunidos y dispersos, tendrán la garantía de conservar su situación privilegiada.

El centralismo democrático no es la dispersión ni el espontaneísmo masista ante el cual se postran muchos camaradas. El centralismo democrático no es el aparato burocrático que asume las decisiones verticales y autoritarias que tanto aplauden otros muchos camaradas. El centralismo democrático no es una puerta abierta al caudillismo, ni a la concentración excesiva de poder por parte de una minoría.

Entendido desde una perspectiva leninista, el centralismo democrático es firme promotor de la unidad y la disciplina interna. El centralismo democrático es impulsor decidido de la iniciativa y responsabilidad en el trabajo cotidiano de los militantes partidistas. El centralismo democrático, por su misma esencia desarrolla y fortalece la vida colectiva del partido.

El centralismo democrático bien entendido y aplicado correctamente implica la más amplia democracia para todos los militantes del partido y la centralización sistemática de las actividades, la organización y dirección política del partido en sus distintos niveles. El centralismo democrático parte del principio de que la minoría se somete a la mayoría, el militante se disciplina a su organismo de militancia, el nivel inferior al superior, todo el partido al Comité Central y éste al Congreso General de Delegados como máxima instancia de autoridad y dirección.

Además, el centralismo democrático permite una correcta división del trabajo interno y externo del partido y delimita con toda claridad la responsabilidad que tienen tanto los militantes como las diversas instancias de dirección partidista, en la implementación práctica de su trabajo y en el desempeño de sus funciones.

2. INTERRELACION ENTRE LOS NIVELES DE DIRECCION SUPERIORES, INTERMEDIOS, DE BASE Y  MILITANTES

La relación entre los militantes y entre los distintos niveles de dirección política del partido deben regirse por los principios del centralismo democrático, caracterizándose además por la ayuda mutua, la fraternidad y la solidaridad sincera, incondicional y camaraderil.

Tanto entre los militantes como entre los distintos niveles de dirección política debe existir comunicación profunda y una permanente discusión de los lineamientos del partido, así como el análisis objetivo de los problemas a que se enfrentan en la implementación del trabajo partidario. Además de mantener una estrecha vigilancia en el cumplimiento efectivo de los acuerdos tomados y en la realización cabal de las tareas que le han sido asignadas por el organismo de militancia o de dirección superior.

El militante está obligado a respetar la autoridad política y moral de sus organismo de militancia, y los niveles inferiores de dirección política tienen la misma obligación respecto a los niveles superiores de dirección política; sin que ello implique caer en el servilismo o en el autoritarismo.

3. LUCHA IDEOLOGICA

En el seno de un partido, tal y como ocurre en la sociedad, se manifiestan diversas formas de interpretar la realidad y, en consecuencia, se pugna por la aplicación de distintos métodos para solucionar los graves problemas económicos, políticos y sociales que padece el país. Estas ideas no siempre son convergentes y en no pocas ocasiones hasta resultan diametralmente opuestas.

Nuestro partido, por supuesto, no estará al margen de esta problemática. A su interior se han de manifestarse, de seguro,  ideas correctas e ideas incorrectas. ¿Cómo distinguir unas de otras?

Para diferenciar con preescisión las ideas correctas de las incorrectas es necesario confrontar entre sí a las distintas concepciones que se manifiestan al interior de nuestro partido, y una vez tomada una decisión respecto de cada problema, han de someterse al criterio supremo de la práctica, pues es en esta, donde se manifestará la validez o no de las distintas concepciones de la lucha política.  De este proceso saldrán triunfantes aquellas ideas que sean una interpretación correcta y científica (marxista-leninista) de nuestra realidad nacional.

Debemos procurar que esta lucha de ideas se desarrolle dentro de los marcos de amplia unidad, en un afán por desechar lo malo para quedarnos con lo bueno; y no en el espíritu de un enfrentamiento estéril que sólo socavaría nuestra unidad interna.

Los militantes, y el partido en su conjunto, deben ser respetuosos de las ideas que se manifiesten al interior de nuestra organización, sin que ello nos impida ser intransigentes en el combate contra aquellas que se oponen a nuestros principios y a los intereses del pueblo. Tengamos presente que la lucha ideológica fortalece al partido.

4. CRITICA Y AUTOCRITICA

Resulta comprensible que en un partido que agrupa en su interior a cuadros procedentes de las distintas clases sociales, se manifiesten contradicciones tanto en los estilos de trabajo como en los métodos de dirección, en las concepciones políticas y, aún, en los objetivos fundamentales de la lucha por el socialismo.

Si nosotros le damos una correcta solución a dichas contradicciones, evitaremos que en el futuro éstas nos rebasen y nos lleven al caos político y organizativo.

Un arma muy eficaz, a no dudarlo, para superar las contradicciones que surjan al interior de nuestro partido, es promover decididamente la autocrítica sincera, así como la crítica camaraderil y constructiva que nos ayude a nosotros mismos y a nuestros compañeros a superar las deficiencias y errores cometidos en el trabajo cotidiano. Es preciso desechar la crítica negativa que sólo busca golpear al compañero, así como la autocrítica hipócrita que pretende eludir, bajo una falsa imagen de arrepentimiento, la aceptación de los errores propios.

La crítica honesta y la autocrítica sincera son elementos indispensables que fortalecerán tanto la unidad, como la disciplina interna de nuestro partido.


IV. RELACION PARTIDO MASAS

La característica fundamental de nuestro partido es la de ser un destacamento político de avanzada de la clase obrera, con un profundo, amplio y permanente trabajo entre las masas. Nuestro eje central de lucha es la destrucción del capitalismo y la construcción de una sociedad nueva, comunista. Pero, como indicamos más arriba, también organizamos a las masas para que luchen, en lo inmediato, por mejorar sus condiciones de vida, empleo, saláriales, de educación, vivienda, cultura, democracia y por justicia social para los más amplios sectores de la población, en aras de unir las fuerzas capaces de acabar con el régimen opresivo y explotador en el cual vivimos.

Nuestra lucha se desarrolla principalmente en el seno de las masas, impulsándolas, organizándolas y orientándolas hacia una correcta solución de sus justas demandas. Con ellas, con las masas, nos relacionamos cotidianamente, de ellas nos nutrimos cooptando a lo mejor de sus cuadros dirigentes y de base. De ellas extraemos grandes experiencias y sabias enseñanzas, las que, toda vez sistematizadas coherentemente, se las devolvemos en forma de teoría para que las apliquen entusiasta y creativamente en sus luchas cotidianas. Las masas nos influyen y nosotros influimos en las masas. Esta es la característica más importante de nuestra relación partido-masas.

Sin embargo debemos ser precavidos para que nuestra relación con las masas no enferme y, por el contrario, día con día se fortalezca, sea mejor y permanente. Sólo así podremos llegar a ser una auténtica vanguardia política.

1. DIFERENCIA ENTRE LAS ORGANIZACIONES DE MASAS Y LAS ORGANIZACIONES DEL PARTIDO

Las organizaciones partidistas son instancias de lucha y dirección creadas por el partido, las cuales obedecen en todo y para todo al partido; por tal razón están obligadas a seguir los lineamientos y las directrices que éste les marca. Este tipo de organizaciones se conforman en lo esencial con militantes designados por el partido y no pueden en forma alguna ser autónomas. La orientación fundamental de estas organizaciones es la de promover la presencia y los principios del partido en aquellos lugares donde se les establezca.

Por el contrario, las organizaciones de masas, ya sean sindicales, estudiantiles, campesinas o populares, tienen su dinámica y sus formas de lucha propias. Aunque militantes de nuestro partido participen al seno de ellas, ya sea como dirigentes o integrantes de base, las organizaciones de masas son independientes del partido; por lo tanto sus objetivos y métodos de lucha difieren de las del partido y, más bien, dependen de las condiciones concretas y de las situaciones objetivas en que estas se desenvuelven.

El partido no puede ni debe intentar corporativizarlas, al contrario, debe pugnar por darles una identidad política propia y combatir el bajo nivel político y la escasa conciencia de clase que en casi todas ellas prevalece. Ello permitirá coadyuvar al fortalecimiento del papel que  en la lucha juegan sus direcciones orgánico-políticas, esclareciéndoles la diferencia que hay entre quienes tienen una militancia política que fomenta la organización y las iniciativas revolucionarias, de aquellos que se dedican a reproducir sectorialmente las ideas incorrectas y perniciosas del gremialismo acrítico, del caudillismo estéril o del populismo apolítico; los cuales únicamente propician se agudice el atraso ideológico y político de las masas y las lleva a postrarse ante sus enemigos.

2. TRABAJO DE LOS CUADROS PARTIDISTAS ENTRE LAS MASAS

El trabajo que realizamos entre las masas depende fundamentalmente de nuestros cuadros. Ellos son los responsables de que nuestros principios sean aceptados o rechazados por las masas. Ellos son los responsables de establecer una adecuada coordinación y una sana relación entre el partido y las dirigencias orgánico-políticas de las organizaciones de masas. Recordemos que: Una vez decidida la línea política los cuadros lo deciden todo, (J. V. Stalin).

La relación que como partido debemos establecer con las dirigencias orgánico-políticas naturales de las masas debe basarse en el respeto y la ayuda mutua. Respeto a sus decisiones, a sus métodos de lucha y a sus formas de organización. Además de brindarles toda la ayuda política, económica, humana e ideológica de que el partido pueda disponer.

Si el partido en realidad pretende influir en las direcciones orgánico-políticas de las organizaciones de masas, deberá hacerlo por la justeza de sus principios, lo correcto de su trato y lo desinteresado de su ayuda, y no por medio de la imposición o el corporativismo omnímodos; pues resulta más productivo convencer que imponer. Si nos conducimos así, a cambio recibiremos, y de ello no quepa duda, su apoyo incondicional en el momento que éste sea requerido.

Esta es la forma correcta en que debe establecerse la relación entre el partido y la dirigencia orgánico-política de las organizaciones de masas.

4. ESTILO DE TRABAJO

Ser la vanguardia política de las masas es una aspiración que depende fundamentalmente de la forma en que nuestros cuadros trabajen entre las mismas. Si nuestros militantes desarrollan un estilo de trabajo autoritario, despótico e irresponsable, es seguro que las masas nunca harán suyos nuestros principios y, en cambio, nos tildarán de ser un partido autoritario, impositivo y ajeno a sus intereses.
Pero si nuestros cuadros poseen un estilo de trabajo correcto seguramente las masas los seguirán y, en consecuencia, verán a nuestro partido como una organización política suya, capaz de servirles en todo y para todo y, por lo mismo, tomarán como propios nuestros principios y nos considerarán como firmes defensores de sus intereses.

La norma rectora del estilo de trabajo de nuestros cuadros debe estar basada en el principio de Servir al Pueblo. Esto implica que nuestros cuadros deben aprender de y con las masas, trabajar incansablemente con ellas y anteponer los intereses de la lucha revolucionaria a los intereses personales o de grupo. Que el ascenso a puestos de dirección dentro de las organizaciones de masas debe hacerse en base a su claridad política, a su decisión de lucha y a su entrega absoluta en la misma y no a través de turbias maniobras.

En oposición al heroísmo individualista, al egoísmo inútil, al espontaneismo, al caudillismo mezquino y demás vicios propios del estilo de trabajo burgués o pequeño burgués; nuestros militantes tienen que desarrollar un trabajo que promueva la dirección colectiva, la correcta división del trabajo, la disciplina, la sencillez y la honestidad.

Si logramos imbuir este espíritu y cualidades en el estilo de trabajo que deben desarrollar los cuadros del partido tanto de base como de los distintos niveles de dirección, de seguro podremos cumplir fielmente con los principios y con los objetivos que nos hemos trazado. 



V. POLITICA DE ALIANZAS DEL PARTIDO

La lucha revolucionaria de nuestro pueblo por instaurar un Estado de carácter socialista, es encabezada y dirigida por el proletariado, pues es la única clase sinceramente interesada en poner fin al capitalismo, y la única decidida a llevar la lucha hasta el final. Pero esto no significa desdeñar la capacidad de las otras clases que también luchan contra la burguesía y por la transformación radical de México.

Para transformar nuestra realidad se requiere de la acción conciente, coordinada y unificada de todas las clases sociales sojuzgadas por el capital, así como de la de sus direcciones orgánico-políticas y de sus destacamentos de lucha más avanzados. Es decir, se debe organizar un gran frente obrero, campesino y popular que aglutine en su seno a las distintas organizaciones de masas y a los diversos partidos y agrupaciones políticas representativas de la sociedad; sin este frente, será imposible transformar la situación de explotación, opresión y miseria extrema en que hoy vive la gran mayoría de mexicanos. En síntesis, es prioritario alcanzar la unidad revolucionaria de todos los hombres y mujeres que de una u otra forma luchamos por un total e irreversible cambio político, económico y social de nuestra patria.

Para incidir significativamente en este vital proceso de unidad revolucionaria, el partido debe se poseedor de una correcta, clara y precisa política de alianzas, la cual le permita precisar quienes son nuestros amigos y quienes nuestros enemigos. Para determinar con certeza con quienes podemos o debemos aliarnos y con cuales nunca podremos ni deberemos hacerlo. Por ello mismo es necesario desarrollar el análisis político que nos permita caracterizar correctamente a las distintas fuerzas políticas y sociales que actúan en nuestro país.

1. ALIANZAS TÁCTICAS  Y ALIANZAS ESTRATEGICAS

Una alianza es una unidad de acción pactada entre dos o más fuerzas sociales o políticas. Esta alianza puede ser con fines económicos, políticos, sociales, culturales o de cualquier otra índole. Toda alianza implica la aceptación y la cesión de determinadas cuestiones, por ello mismo durante el tiempo que éstas duren deberá establecerse estrecha vigilancia sobre el cumplimiento cabal de los acuerdos pactados y de las acciones que se implementen para ponerlos en práctica. Por su carácter las alianzas pueden ser de dos tipos: Tácticas y Estratégicas. Las primeras se supeditan a las segundas y nunca podrán ni deberán estar por encima de ellas. Las alianzas tácticas son aquellas que nos permiten acumular fuerzas para dar saltos cualitativos que nos coloquen cada vez más cerca de nuestro objetivo político fundamental: La toma del poder político por el proletariado y sus aliados.

Tácticamente podemos y debemos aliarnos con aquellas fuerzas políticas o sociales que luchan por transformar al país. No importa que más adelante estas alianzas se diluyan, siempre y cuando, como señalamos anteriormente, nos permitan acumular mayores  fuerzas ante nuestros enemigos de clase.

Las alianzas estratégicas son aquellas que obligadamente tendremos que construir y mantener a toda costa, si es que en realidad pretendemos alcanzar nuestros objetivos. Este tipo de alianzas será posible siempre y cuando las partes involucradas persigan un objetivo final común. Lo cual las hace interdependientes la una de la otra, a grado tal que el accionar revolucionario de una resulta condición indispensable para el accionar revolucionario de la otra, y viceversa. Tal es el caso de la alianza obrero-campesina, pues sin ella resultará casi imposible que cristalicen los esfuerzos revolucionarios por instaurar el socialismo en México.

Es muy importante distinguir entre las alianzas tácticas y las estratégicas. Sólo en algunos casos muy específicos, y muy coyunturalmente, podremos aliarnos tácticamente con nuestros enemigos, pero esto nunca podrá suceder estratégicamente porque nuestros objetivos finales son diametralmente opuestos. Por ello mismo el partido en cada alianza de este tipo, sólo cederá en algunos aspectos secundarios, prácticos u operativos, pero jamás cederá en cuestiones de principios. En este tipo de alianzas, es muy conveniente tener presentes la indicación de Lenin, de que con la burguesía, en determinadas circunstancias deberemos “golpear juntos, pero marchar separados”.

2. COORDINACIONES, ALIANZAS Y FUSIONES

Nuestros amigos son aquellas fuerzas políticas y sociales que tienen un proyecto político a favor del pueblo, con una posición crítica ante el sistema político, económico y social actual, que se mantienen independientes del régimen y sus aliados, y que aceptan y desarrollan la movilización de las masas como arma fundamental de lucha.

Es con este tipo de fuerzas políticas y sociales con quienes debemos establecer e impulsar la unidad de acción. Dicha unidad estará condicionada por el grado de madurez política que tengan las distintas organizaciones que la integran y por su disposición a marchar unidas por el mismo camino, a perseguir los mismos fines y a golpear juntas al enemigo.

En la práctica la unidad de acción entre las diferentes fuerzas políticas y/o sociales recorre tres niveles, a saber: Coordinaciones, alianzas y fusiones.

Las coordinaciones se establecen, sobre todo, en una primera instancia del conocimiento recíproco entre dos o más organizaciones políticas y entre aquellas que, aún conociéndose, no son susceptibles de llegar más lejos. Y se dan sobre la base de actuar conjuntamente en actividades o acciones muy definidas y concretas, sin llegar a establecerse compromisos mayores. No obstante lo anterior, una coordinación bien cuidada puede conducir a una alianza.

Las alianzas, como ya se señaló, son unidades de acción pactadas entre dos o más fuerzas políticas y/o sociales, las cuales implican el otorgamiento y la aceptación de determinadas cuestiones y la más estrecha vigilancia sobre el cumplimiento cabal de los acuerdos pactados y de las acciones para implementarlos. Del acertado tratamiento que se le de a las contradicciones surgidas durante el desarrollo de una alianza, dependerá que la fuerzas involucradas en ella puedan llegar a la fusión orgánica o no.

Por lo que respecta a las fusiones, estas son posibles únicamente en la medida en que las partes que la conforman, tras un tiempo razonable de marchar unidas han logrado superar sus diferencias políticas, ideológicas y prácticas y su cohesión ha madurado en grado tal que ya se torna indispensable formar una nueva y única organización; superior a las que le dieron origen, más sólida, fuerte y numerosa. Lo cual, a no dudarlo, será valiosa contribución al fortalecimiento de la lucha política de nuestro pueblo.

3. ALIANZAS COYUNTURALES, TEMPORALES Y PERMANENTES

Las alianzas varían en su duración y dependiendo de situaciones objetivas y concretas pueden ser de tres tipos: Coyunturales, temporales y permanentes.

Las alianzas coyunturales se pactan para llevar acabo acciones muy concretas y específicas, como pueden ser un plantón, una marcha, un mitin o un proceso electoral. Las temporales se proyectan para realizar acciones de mayor trascendencia como puede ser organizar y dirigir una huelga hasta su solución; organizar a los campesinos de un determinado ejido para la defensa de sus tierras, por citar algunos casos. Las alianzas temporales, desde su inicio, imponen una clara definición de los objetivos políticos que se persiguen y de los lineamientos a seguir por quienes participan en ellas.

Las alianzas permanentes son las más importantes, en ellas las distintas agrupaciones que las conforman unen sus fuerzas, sus recursos humanos, políticos, recursos materiales y capacidades económicas para marchar unidas políticamente, coordinar acciones y dar solución correcta a los problemas que enfrentan. Mas, a pesar de ello, dichas alianzas permanentes no siempre conducen a la unidad orgánica.

Dentro del complicado proceso de alianzas es necesario saber distinguir a los que son nuestros amigos y a los que son nuestros enemigos. Pues sólo así seremos capaces de determinar acertadamente con quienes podemos y debemos aliarnos ya sea coyuntural, temporal o en forma permanente. De igual manera, ello nos permitirá definir  con que fuerzas políticas nunca podremos  ni deberemos establecer alianzas.

Es comprensible entonces, que podemos y debemos aliarnos coyunturalmente o temporalmente con aquellos partidos políticos, agrupaciones civiles u organizaciones sociales que coincidan, aunque no del todo, con nuestros principios político-ideológicos; y aún con aquellos que sin compartirlos pugnan por democracia y justicia social. Una alianza permanente y a todos los niveles se realizará con aquellas organizaciones políticas con las que se coincida ampliamente en los aspectos ideológicos, políticos, prácticos y organizativos fundamentales.

Una correcta política de alianzas servirá como gran aporte para lograr la anhelada unidad del movimiento socialista revolucionario, hoy disperso.

4. EL FRENTE NACIONAL REVOLUCIONARIO DE LAS MASAS

Consumar la obra revolucionaria e instaurar el socialismo en México requiere de la más amplia, decida y enérgica participación de todas las clases oprimidas y explotadas por el capitalismo, así como la de sus organizaciones políticas y sociales. Todas ellas bajo la conducción clara, firme y consecuente de la vanguardia obrera: El Partido Comunista del Proletariado.

Debemos tener claro que no todas las clases sociales y no todas las organizaciones políticas y sociales que actúan en nuestro país aspiran a instaurar el socialismo en nuestro país. Pero si en cambio, la gran mayoría exige democracia y justicia social; y sólo un sistema económico y político como el socialismo puede garantizarlas. Por eso mismo debemos hacer confluir a todas estas clases sociales y sus diversos destacamentos de lucha en un gran frente nacional de masas. En el cual hagan valer sus derechos y aspiraciones a una vida más justa, equitativa y democrática.

Este frente nacional revolucionario de masas abarcará todos los aspectos económicos, políticos, sociales y culturales del país. En este frente todos los que hoy son víctimas de la opresión, violencia y explotación capitalista, encontrarán una trinchera de militancia y una tribuna desde la cual hagan oír su voz, con la seguridad de que sus denuncias serán escuchadas y sus demandas tendrán soluciones justas y adecuadas a través de una lucha organizada y constante.

El frente nacional revolucionario de las masas es la expresión concreta de la alianza estratégica indispensable del proletariado con las demás clases sociales del país, para enfrentarnos con éxito a la burguesía que hoy nos oprime y explota. Démonos a la tarea de construir este gran frente nacional revolucionario de las masas.


PALABRAS FINALES

Sabemos que no resultará una tarea sencilla construir un partido de nuevo tipo. Pero nosotros, como auténticos revolucionarios estamos empeñados en hacerlo.

Queremos forjar un gran partido obrero, revolucionario, marxista-leninista, que conduzca con sabiduría a los obreros, a los campesinos y al pueblo en general en una revolución victoriosa.

Queremos construir un gran Partido Comunista de Nuevo Tipo, que se integre por muchos y muy buenos militantes. Capaces en lo teórico, audaces en lo político, decididos en el trabajo y entregados absolutamente a la causa y a la clase a la que representan.

Queremos un partido con una línea política clara y definida. Con un programa de lucha de y para el pueblo. Profundamente enraizado en las masas. Con una correcta política de alianzas. Y con una vida política interna sana. Queremos un partido proletario que no sólo aspire a ser la vanguardia revolucionaria de nuestro país, sino que, gracias a su trabajo y claridad de objetivos, lo sea efectivamente.


¡CONSTRUYAMOS EL PARTIDO COMUNISTA DEL PROLETARIADO!

Organización Política Proletaria
Enero de 2009.

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