I. ¿QUE TIPO DE PARTIDO QUEREMOS CONSTRUIR?
En México predomina el modo de producción capitalista. En
consecuencia, la sociedad mexicana se haya dividida en clases las cuales luchan
entre sí. Mientras unos cuantos individuos son dueños de los medios de producción
y se apropian de la riqueza generada por la sociedad en su conjunto, la gran
mayoría de mexicanos permanecemos sumidos en la miseria económica, política,
cultural, etc.
De las clases existentes en nuestro
país, la burguesía y el proletariado son las clases fundamentales, y de cómo se
resuelva la lucha entre ellas, depende cómo se resolverá el conjunto de
contradicciones sociales.
Hoy el capitalismo nos oprime y nos
explota, descarga sobre nosotros toda su secuela de nefastas consecuencias como
son, entre otros, el desempleo, la corrupción, la violencia, la prostitución,
la delincuencia, la drogadicción, la emigración de millones de mexicanos y más
de veinte millones de compatriotas en la miseria extrema.
Son los capitalistas quienes deciden que
se produce y como se produce. Ellos dictan la forma como debemos pensar. Nos
imponen autoridades y gobernantes, ellos deciden como nos relacionamos con los
distintos países del mundo. En tanto nosotros debemos permanecer callados y
sumisos.
A pesar de que los capitalistas son unos cuantos, logran
imponernos sus condiciones económicas y políticas porque se encuentran
organizados. Poseen un enorme, sofisticado y eficiente aparato político-militar
que les permite explotarnos y oprimirnos. También cuentan con un gran aparato
ideológico, como los medios masivos de comunicación, las diversas iglesias, las
escuelas, etc., por medio del cual predican e imponen la mansedumbre y condenan
todo intento que realicemos para liberarnos del yugo que oprime nuestra garganta.
Nosotros, los oprimidos y explotados somos la inmensa mayoría de
la sociedad. A lo largo de nuestra historia hemos dado grandiosas batallas para
satisfacer nuestros anhelos de justicia y democracia. Sin embargo, todas las
luchas protagonizadas por las masas explotadas de nuestra patria, han sido
aniquiladas a sangre y fuego, y así, hoy en día vemos como nuestras conquistas
económicas y políticas son anuladas una a una.
¿Sí somos la mayoría, por qué sucede esto? Esto ocurre por la
simple y sencilla razón de que mientras nuestros enemigos se encuentran unidos
y organizados, nosotros permanecemos desarticulados, desunidos y sin ninguna
organización. La burguesía aplica el viejo principio de Maquiavelo: “divide y
vencerás” y nos mantiene confrontados en no pocas ocasiones entre nosotros
mismos; además de que la diversidad de intereses de las masas populares, nacida
del hecho que las masas están compuestas también por diversas clases,
profundiza aun más las confrontaciones, con gran beneplácito de nuestros adversarios.
Es por ello que todos los que de una u otra forma padecemos las
desigualdades y el despotismo del gran capital, tenemos que luchar para que
esta situación cambie. Es necesario que nos unamos y organicemos, pues de lo
contrario jamás podremos transformar esta situación. Tomemos clara conciencia
de que somos nosotros, obreros, campesinos y pueblo en general; los dueños de
nuestro propio destino.
Estamos convencidos de que esta unidad sólo la lograremos si somos
capaces de organizarnos en un gran partido político que defienda nuestros
intereses y luche por alcanzar nuestros objetivos presentes y futuros. Y esto
sólo puede hacerlo un gran partido obrero, socialista y revolucionario, en fin,
un partido comunista integrado con los cuadros más avanzados en lo teórico,
capaces, destacados, decididos y disciplinados que la clase obrera produce en
su lucha contra la burguesía pero que permanecen dispersos y desorganizados,
sin poder desplegar todo su potencial revolucionario por no contar con la
organización política capaz de capitalizar sus energías hacia la destrucción
del capitalismo y la construcción de una sociedad nueva, sin explotados ni
explotadores, organización que, como señalamos antes, no puede ser otra que el
partido del proletariado, el partido comunista.
Un partido capaz de dirigir a nivel nacional la lucha cotidiana de
las masas. Que defienda con intransigencia los intereses mediatos e inmediatos
de los obreros, de los campesinos y los del pueblo en general. Un partido
profundamente enraizado entre las masas populares, capaz de desarrollar
consecuentemente la lucha revolucionaria en cualquier situación, legal o
ilegal. Un partido que por su ascendencia entre la población se convierta en su
vanguardia política, ideológica y, como consecuencia de ello, en el Estado
Mayor de la lucha revolucionaria por el socialismo.
Necesitamos un partido férreamente cohesionado en lo político, en
lo ideológico y en lo organizativo; que actúe como voluntad única y en forma
tal que pueda resistir los embates del Estado burgués y sus aliados. Un partido
sólido y capaz de conducir la lucha revolucionaria del pueblo mexicano hasta la
victoria definitiva y la instauración del socialismo en México. Este es el
partido que necesitamos construir.
1. FUNDAMENTO IDEOLOGICO DEL PARTIDO
En una sociedad dividida en clases todo partido u organización
política, según sean sus planteamientos ideológicos, representará los intereses
de una u otra clase social.
Si nosotros aspiramos a representar los intereses de las clases
oprimidas por el gran capital, es decir, si queremos guiar a los obreros,
campesinos y pueblo en general hacia su liberación definitiva, debemos contar
con los principios ideológicos que nos permitan conseguir tal objetivo.
Estamos convencidos de que este sólido bagaje sólo puede
proveérnoslo la ideología de la clase de avanzada, la más revolucionaria, la
que por sus condiciones objetivas de existencia no tenga nada que perder en una
revolución comunista, y, como decían Marx y Engels, tengan en cambio un mundo
que ganar, tal clase social es, en México, el Proletariado y su ideología, el
Marxismo-Leninismo, es la única teoría filosófica capaz de interpretar
científicamente la realidad objetiva; ya que éste es la sistematización genial
de todo el conocimiento que ha desarrollado la humanidad a lo largo de su
historia. Es la sistematización genial de las experiencias de lucha
revolucionaria desarrollada por el proletariado y demás clases oprimidas por
liberarse del yugo capitalista en México y el mundo.
Únicamente el Marxismo-Leninismo nos enseña que somos las masas
los verdaderos hacedores de la historia. Las que en un futuro habremos de
construir una sociedad más justa y equitativa. Sólo el Marxismo-Leninismo nos
enseña a edificar este tipo de sociedad posible de ser únicamente en la medida
que logremos arrancarle de las manos a la burguesía el control sobre los medios
de producción y, con ello, el poder político, económico e ideológico que hoy
detenta, y que nunca cederá por propia voluntad.
Con las herramientas ideológicas del Marxismo-Leninismo también
seremos capaces de distinguir a nuestros amigos de nuestros enemigos, para
apoyarnos en los primeros y enfrentar con eficiencia a los segundos. Para
desenmascarar a quienes haciéndose pasar por nuestros aliados pretenden
utilizarnos como carne de cañón para satisfacer sus ambiciones personales o de
grupo para, finalmente, terminar traicionándonos, como tantas veces ha ocurrido
en la historia de la humanidad.
2. LINEA POLITICA
Guiar a las masas en la lucha revolucionaria hasta la victoria
definitiva sobre el gran capital, le impone al partido contar con una línea de
acción acorde a tales objetivos. Esta línea de acción no es otra que su línea
política, la cual deberá ser, necesariamente, producto de la aplicación
creadora del Marxismo-Leninismo al análisis de nuestra realidad nacional, y no
la traslación mecánica a nuestras condiciones de las aportaciones que han
realizado los grandes teóricos del socialismo científico.
Nuestra línea política debe ser clara y precisa. Del análisis
concreto de la realidad concreta estableceremos las acciones que nos permitan
acercarnos gradualmente a la consecución de nuestra meta final: La toma del
poder político por el proletariado y demás clases oprimidas y explotadas por el
capital para “expoliar a los expoliadores” y construir una sociedad nueva,
verdaderamente democrática y libre.
En la línea política se plasman nuestros métodos de lucha y la
forma en que habremos de implementarlos (táctica) y los objetivos fundamentales
de nuestra lucha (estrategia). En la línea política están expresados en forma
práctica los principios ideológicos que rigen nuestra actividad.
3. PROGRAMA
Es en el programa donde los partidos u organizaciones políticas
denotan su verdadera posición de clase. En él podremos percibir si sus
intereses son los mismos que los del pueblo o están contra él. Resulta obvio
que si un programa, por bien elaborado y estructurado que esté, presupone la
preservación de la propiedad privada sobre los medios de producción, si no
busca terminar con la apropiación de la riqueza social por los explotadores y
asegura, en una u otra forma, la hegemonía político-económica de la clase
social dueña de los medios de producción, mientras que las demás permanecen
oprimidas y explotadas; éste será un programa eminentemente burgués que debe
ser rechazado con energía y decisión.
Por el contrario, si el programa de determinada fuerza política se
propone abolir la propiedad privada sobre los medios de producción, si pretende
la distribución de la riqueza social en
base al principio: “de cada cual según sus posibilidades y a cada cual según
sus necesidades”, y busca además terminar con la hegemonía político-económica
de una clase social sobre las demás y así terminar con la opresión y la explotación
del hombre por el hombre; entonces hablamos de un programa de carácter
socialista que beneficia a toda la población.
De suyo se comprende entonces, que nuestro programa estratégico se
basa en la expropiación de los medios de producción y su puesta en manos de los
trabajadores, únicos y verdaderos productores de la riqueza social,
convirtiendo a los medios de producción de propiedad privada en propiedad
social. Pero los comunistas no podemos pedir a los trabajadores que esperen a
que se consume la revolución para lograr mejoras inmediatas, aunque sean
parciales, en sus condiciones de vida. Más aun, estamos obligados a encabezar
tales luchas para convertir las luchas económicas de las masas, en luchas por
el poder político, en palancas de la lucha política (Lenin); por lo tanto,
debemos asimismo enarbolar un programa táctico de movilización de los
trabajadores para arrancar a los explotadores mejoras económicas y mayores
derechos políticos que nos coloquen en condiciones de lucha más favorables.
En consecuencia, nuestro programa táctico debe contener, entre
otros, los legítimos reclamos del pueblo por ampliar sus espacios políticos;
por democracia y justicia social; por la defensa de los derechos laborales y
sindicales de los trabajadores; por recursos financieros y tecnológicos para el
campo; por el derecho a una educación laica, gratuita, crítica, científica y
popular; por más y mejores servicios médicos; por el acceso irrestricto de los
jóvenes al empleo, salud, educación, recreación, deportes y cultura; por la
absoluta igualdad social de la mujer, por el total respeto y aceptación de las
formas de organización económica, política y social de las comunidades
indígenas de toda la nación, en lo que no signifiquen la explotación, opresión
o discriminación de otras personas; por vivienda digna para todas las familias
mexicanas; por un transporte público racional, eficiente y barato; por el
irrestricto respeto a los derechos humanos, civiles y políticos de todos los
mexicanos, etc.
El programa debe servir como eficaz medio para unir, organizar y
preparar al pueblo para la toma del poder político en nuestro país; el cual,
una vez conseguido, nos permitirá reorganizar la vida económica, política y
social sobre nuevas bases; donde no haya explotados ni explotadores, donde
todos podamos disfrutar los beneficios de la justicia, la igualdad, la
democracia y el trabajo de productores libremente asociados.
4. ESTRUCTURA ORGANICA
La estructura orgánica del partido debe estar acorde con las
grandes tareas revolucionarias que desarrollamos. De una adecuada estructura
orgánica dependerá, en gran medida, poder situarnos a la altura de las tareas
que desempeñamos actualmente y de las que realizaremos en el futuro. Además
ello nos permitirá resistir los rabiosos embates represivos del Estado burgués
y sus aliados.
El partido debe estructurarse en forma tal que nos permita abarcar
todos los aspectos de la vida política nacional. Una estructura que propicie
que al seno de nuestro partido se practique el Centralismo Democrático y no el
verticalismo, el espontaneísmo o la dispersión; concepciones propias de las
ideas burguesas y pequeño burguesas en materia de organización. Una estructura
que le garantice a todos y cada uno de nuestros cuadros de base y dirigentes,
un organismo de militancia donde su trabajo sea canalizado con sapiencia.
Debemos dotarnos de una sólida estructura orgánica que nos permita
arraigarnos cada día más entre las masas y ser, por eso mismo, su vanguardia
política. Una estructura orgánica donde en realidad el militante se discipline
a su organismo de militancia, el nivel inferior al superior, el partido en su
conjunto al Comité Central y éste al Congreso Nacional de Delegados como máxima
instancia de autoridad.
Una estructura orgánica con una sola política nacional
centralizada, con muchos y muy variados comités regionales, estatales,
sectoriales, municipales, distritales, locales y de base. Todos actuando en
función de una voluntad ideológica única
y disciplinados férreamente a su dirección política nacional.
5. INTERNACIONALISMO PROLETARIO
El proletariado no tiene patria, no porque no amemos la tierra
donde nacimos, sino porque esa tierra, así como los demás medios de producción
son propiedad de los capitalistas, el proletariado no es dueño de nada, salvo
su fuerza de trabajo que debe vender día a día para sobrevivir. Es por ello que
Marx y Engels señalaron en el Manifiesto del Partido Comunista, que el
proletariado debe convertirse primeramente en clase nacional, para lo cual
requiere derrotar a su propia burguesía. Sin embargo, el desarrollo del
capitalismo lo ha convertido en sistema mundial, y a la burguesía en clase
mundial, lo mismo que al proletariado; por ello, la lucha de la clase obrera es
una lucha internacional, que se resolverá en una guerra mundial entre la
burguesía y el proletariado, tal y como se señala en la obra antes señalada.
Por eso, la unidad de la clase obrera mundial es un requisito revolucionario
ineludible si deseamos el triunfo de la lucha comunista. Esta unidad se manifiesta
como internacionalismo, como el apoyo y la solidaridad de los destacamentos
nacionales del proletariado entre sí, pues queda perfectamente claro que las
burguesías de los distintos países son muy conscientes del carácter
internacional de la lucha de clases y se prestan todo el apoyo requerido. Tal
aconteció en la Comuna
de París, donde los alemanes permitieron el paso de tropas y pertrechos a
París, a pesar de estar en guerra con Francia; o como en la Unión Soviética ,
donde los países imperialistas prestaron todo su apoyo a la reacción de la
burguesía rusa, e incluso formaron una alianza de once países que invadió la
naciente nación socialista con el fin de aniquilarla e impedir su consolidación
y crecimiento.
Congruente con lo anterior, el partido deberá practicar como norma
política invariable, la solidaridad con las luchas que protagonizan los pueblos
que en el mundo sufren la opresión y explotación capitalista e imperialista.
Debemos poner énfasis en la defensa del derecho que tienen todas y
cada una de las naciones del planeta a su libre autodeterminación y a
determinar sin presiones de ninguna índole la forma de gobierno que consideren
más conveniente. Sin olvidar que en cada caso concreto, nuestra primera y
principal obligación es la solidaridad con el proletariado revolucionario y con
las masas oprimidas de cada nación.
Nuestro partido tiene que pugnar porque la ONU , la OEA y demás organismos
mundiales sean auténticos foros internacionales donde los diferentes países
puedan hacer oír su voz y resolver las contradicciones entre naciones
pacíficamente; y no para, como en la actualidad sucede, justificar las
ambiciones bélic0-hegemónicas de las grandes potencias capitalistas.
II. CARATERISTICAS QUE
DEBEN POSEER LOS MILITANTES DEL PARTIDO
Hacer
la revolución no resulta una tarea fácil, al contrario, exige muchos y
continuados sacrificios, como escribió Mao Tsetung, “hacer la revolución no es
hacer un bordado ni ofrecer un banquete”. Para dirigir un gran movimiento como
el que nos proponemos, se requiere de muchos y muy buenos dirigentes y cuadros,
capaces en el trabajo y perspicaces en lo político. Con una gran iniciativa,
indoblegables ante la adversidad y fieles a su partido y a la clase social que
representan.
Un
partido es grande en la medida que sus cuadros son firmes impulsores de la
noble causa por la cual éste lucha. Militantes ajenos al egoísmo, al
espontaneísmo, al heroísmo individualista y la ostentación, productos ellos de
las prácticas político-organizativas de la burguesía y pequeña burguesía.
Si los
militantes del partido son capaces de ligarse a las masas de todo el país, de
encabezar sus justas luchas, de movilizarlas audazmente y si son disciplinados
y colectivos en su trabajo, entonces nuestro partido estará profundamente
enraizado en ellas, dirigiendo sus acciones y, por lo mismo, sus posibilidades
de éxito serán aún mayores. Nuestra obligación como partido es forjar este tipo
de militantes.
1. CAPACIDAD TEORICA
Nuestros
cuadros deberán ser capaces de manejar correctamente la teoría revolucionaria
y, por lo consiguiente, ser capaces de aplicarla en forma adecuada; pues el
manejar y aplicar correctamente el marxismo-leninismo les permitirá colocarse
por méritos propios a la cabeza de las luchas populares y con ello garantizar
mayores posibilidades de triunfo y coadyuvar al fortalecimiento y la
consolidación de las organizaciones de masas.
Debemos
aspirar a que todos y cada uno de nuestros militantes del partido apliquen
creativamente la teoría revolucionaria al análisis científico, la
interpretación objetiva y la transformación revolucionaria de nuestra realidad
nacional e internacional.
Armados con las poderosas herramientas
de la teoría revolucionaria, nuestros cuadros serán capaces de guiar a las
masas por el camino correcto; enseñándoles a distinguir lo bueno de lo malo y a
precisar con claridad quienes son sus amigos y quienes sus enemigos. También
serán capaces de elevar el nivel político del pueblo y podrán organizarlo para
la lucha. Únicamente cuadros de este tipo hacen posible que organizaciones como
el partido que deseamos crear puedan aspirar seriamente a ser la vanguardia
revolucionaria que tanto reclaman las clases oprimidas de nuestro país.
2. DECISION DE LUCHA
No
basta conformarse con la capacidad teórica de tales o cuales cuadros. Si estos
no tienen una firme y decidida disposición de lucha, de nada valdrá que sean
muy claros en lo político. Vale más un cuadro dispuesto a luchar que cien
grandes teóricos decididos a no abandonar la comodidad de sus mullidos
sillones.
Un
cuadro decidido a luchar garantiza la presencia del partido entre las masas. Un
cuadro decidido a luchar no sólo realiza trabajo entre las masas, también
garantiza que en lo futuro, mediante el estudio sistemático de la teoría
revolucionaria, se transformará si duda alguna en un cuadro doblemente eficaz.
Un
cuadro decidido a luchar transmite la firmeza de sus principios a los
compañeros que lo rodean, los imbuye de su energía y los arrastra a la lucha
que desarrolla. Un cuadro decidido a luchar fortalece al partido.
3. ENTREGA ABSOLUTA
Es
común encontrarnos con cuadros de gran capacidad teórica y enorme decisión de
lucha, pero que en el fondo no están dispuestos a entregarse del todo y para
todo a la lucha revolucionaria por el socialismo. Este tipo de cuadros suele
trabajar por períodos y abandonan la lucha cuando se enfrentan a determinado
tipo de dificultades; ello entorpece la lucha y estanca al movimiento de masas.
Para
que un partido sea fuerte e indestructible necesita de cuadros que aparte de su
gran capacidad teórica y decisión de lucha, posean un espíritu de entrega
absoluta. Eso sin duda, los hará indoblegables ante la adversidad,
disciplinados, con una gran iniciativa y, sobre todo, dispuestos a luchar
abnegadamente en todo momento, en cualquier parte y bajo cualquier
circunstancia. Cuadros así no se arredran ante las dificultades ni menguan sus
ánimos de lucha. Con cuadros así el partido será grande.
4. ESCUELA DE CUADROS
Resulta pertinente aclarar que el tipo
de cuadros al que hemos hecho referencia no surgen por generación espontánea.
Este tipo de cuadros se forja en base a la lucha cotidiana que realizan entre
las masas y a la formación política que les brinda su partido. No olvidemos que
todo partido político es responsable del tipo de cuadros que lo integran y que
de él depende que éstos sean capaces o incapaces, entregados o irresponsables,
decididos o abúlicos.
Nosotros
deseamos que nuestro partido esté formado por militantes de gran capacidad
teórica, decididos a luchar y con una entrega y abnegación absolutas. Pues
estamos completamente convencidos que
este tipo de militantes son los que permitirán que nuestro futuro como partido
tenga certeza.
Por
ello es necesario que el partido implemente la creación de escuelas de cuadros
en las colonias, barrios, municipios, delegaciones políticas, en los estados y
en todo lugar donde resulte necesario hacerlo. En estas escuelas de cuadros se
promoverá el estudio y el análisis a la luz de la teoría revolucionaria, de los
grandes problemas económicos, políticos y sociales de nuestra patria. Además,
en estas escuelas se profundizará y desarrollará coherentemente el estudio de
nuestra historia patria, para extraer de ella las valiosas enseñanzas que nos
han legado las luchas de las clases explotadas en nuestro país. Recordemos
siempre que una nación cuyos individuos desconocen su devenir histórico, será
una nación condenada al sojuzgamiento económico, político y social.
En
estas escuelas de cuadros se implementará el estudio del marxismo-leninismo,
tanto en lo individual como en lo colectivo; se generará el intercambio de
experiencias de lucha y se les sistematizará adecuadamente para regresarlas en
forma de teoría a nuestros cuadros y éstos, a su vez, puedan aplicarlas
exitosamente a las luchas donde se hallan inmersos. Sólo de esta forma podremos
tener auténticos cuadros revolucionarios.
III. VIDA INTERNA DEL PARTIDO
Todo
partido político debe tener una vida interna tal que le permita organizar
adecuadamente a la actividad de sus militantes, la relación entre sus
diferentes niveles de dirección y la implementación práctica de su línea
política.
De una
vida política interna sana depende en gran medida la proyección del partido en
el movimiento revolucionario y de que pueda ser capaz de enraizarse en las
masas.
Si la
vida interna del partido es anómala, con seguridad los vicios que de ella se
deriven serán trasladados por sus militantes a su práctica cotidiana en el seno
de las masas; dando al traste con las aspiraciones de su propio partido y con
las de las masas. Por el contrario, si esta vida interna es sana, seguramente
ello redundará en beneficios para el partido y el movimiento revolucionario.
La
experiencia nos indica que mientras más saludable sea la vida interna del
partido, mayores serán sus posibilidades para transformarse en la vanguardia
revolucionaria del país.
Para
garantizar una vida política interna sana es necesario que tanto las
actividades prácticas y políticas, como las relaciones intra-partidarias estén
debidamente reglamentadas mediante estatutos donde se definan con precisión y
claridad los derechos y obligaciones de cada militante y de cada nivel de
dirección. En los cuales, además, se especifiquen las sanciones a que se harán
acreedores quienes no cumplan con sus obligaciones, funciones y las tareas
específicas que les encomiende el partido.
Las
contradicciones que surjan al seno del partido deberán ser ampliamente
debatidas y ser resueltas en un espíritu de unidad y no en el de la perniciosa
confrontación por la confrontación misma. Debe desarrollarse una amplia lucha ideológica para quedarse con lo
positivo y desechar lo negativo. También debe potenciarse la autocrítica
sincera y la crítica fraternal y constructiva como método para dirimir las
diferencias y corregir los errores. Esto es el gran garante de unidad.
1. CENTRALISMO DEMOCRATICO
Si el partido desea ser un sólido y
capaz dirigente de la lucha revolucionaria del proletariado, de los campesinos
y el pueblo en general, debe, invariablemente, practicar una vida política
interna sana. Para lograr lo anterior nada más tiene un camino: El Centralismo
Democrático.
El
partido debe practicar el centralismo democrático en su más pura concepción
leninista y no en la deformación retrograda que de éste hacen la burguesía y la
pequeña burguesía y que nos ofrecen para rechazar y diluir en la nada todo
principio de orden, disciplina y autoridad política, en obvio beneficio suyo,
pues sus dirigentes saben muy bien que si nos mantienen desunidos y dispersos,
tendrán la garantía de conservar su situación privilegiada.
El
centralismo democrático no es la dispersión ni el espontaneísmo masista ante el
cual se postran muchos camaradas. El centralismo democrático no es el aparato
burocrático que asume las decisiones verticales y autoritarias que tanto
aplauden otros muchos camaradas. El centralismo democrático no es una puerta
abierta al caudillismo, ni a la concentración excesiva de poder por parte de
una minoría.
Entendido
desde una perspectiva leninista, el centralismo democrático es firme promotor
de la unidad y la disciplina interna. El centralismo democrático es impulsor
decidido de la iniciativa y responsabilidad en el trabajo cotidiano de los
militantes partidistas. El centralismo democrático, por su misma esencia
desarrolla y fortalece la vida colectiva del partido.
El
centralismo democrático bien entendido y aplicado correctamente implica la más
amplia democracia para todos los militantes del partido y la centralización
sistemática de las actividades, la organización y dirección política del
partido en sus distintos niveles. El centralismo democrático parte del
principio de que la minoría se somete a la mayoría, el militante se disciplina
a su organismo de militancia, el nivel inferior al superior, todo el partido al
Comité Central y éste al Congreso General de Delegados como máxima instancia de
autoridad y dirección.
Además,
el centralismo democrático permite una correcta división del trabajo interno y
externo del partido y delimita con toda claridad la responsabilidad que tienen
tanto los militantes como las diversas instancias de dirección partidista, en
la implementación práctica de su trabajo y en el desempeño de sus funciones.
2. INTERRELACION ENTRE
LOS NIVELES DE DIRECCION SUPERIORES, INTERMEDIOS, DE BASE Y MILITANTES
La
relación entre los militantes y entre los distintos niveles de dirección
política del partido deben regirse por los principios del centralismo
democrático, caracterizándose además por la ayuda mutua, la fraternidad y la
solidaridad sincera, incondicional y camaraderil.
Tanto
entre los militantes como entre los distintos niveles de dirección política
debe existir comunicación profunda
y una permanente discusión de los lineamientos del partido, así como el
análisis objetivo de los problemas a que se enfrentan en la implementación del
trabajo partidario. Además de mantener una estrecha vigilancia en el
cumplimiento efectivo de los acuerdos tomados y en la realización cabal de las
tareas que le han sido asignadas por el organismo de militancia o de dirección
superior.
El
militante está obligado a respetar la autoridad política y moral de sus
organismo de militancia, y los niveles inferiores de dirección política tienen
la misma obligación respecto a los niveles superiores de dirección política;
sin que ello implique caer en el servilismo o en el autoritarismo.
3. LUCHA IDEOLOGICA
En el
seno de un partido, tal y como ocurre en la sociedad, se manifiestan diversas
formas de interpretar la realidad y, en consecuencia, se pugna por la
aplicación de distintos métodos para solucionar los graves problemas
económicos, políticos y sociales que padece el país. Estas ideas no siempre son
convergentes y en no pocas ocasiones hasta resultan diametralmente opuestas.
Nuestro
partido, por supuesto, no estará al margen de esta problemática. A su interior
se han de manifestarse, de seguro, ideas
correctas e ideas incorrectas. ¿Cómo distinguir unas de otras?
Para
diferenciar con preescisión las ideas correctas de las incorrectas es necesario
confrontar entre sí a las distintas concepciones que se manifiestan al interior
de nuestro partido, y una vez tomada una decisión respecto de cada problema,
han de someterse al criterio supremo de la práctica, pues es en esta, donde se
manifestará la validez o no de las distintas concepciones de la lucha
política. De este proceso saldrán
triunfantes aquellas ideas que sean una interpretación correcta y científica
(marxista-leninista) de nuestra realidad nacional.
Debemos
procurar que esta lucha de ideas se desarrolle dentro de los marcos de amplia
unidad, en un afán por desechar lo malo para quedarnos con lo bueno; y no en el
espíritu de un enfrentamiento estéril que sólo socavaría nuestra unidad
interna.
Los
militantes, y el partido en su conjunto, deben ser respetuosos de las ideas que
se manifiesten al interior de nuestra organización, sin que ello nos impida ser
intransigentes en el combate contra aquellas que se oponen a nuestros
principios y a los intereses del pueblo. Tengamos presente que la lucha
ideológica fortalece al partido.
4. CRITICA Y AUTOCRITICA
Resulta
comprensible que en un partido que agrupa en su interior a cuadros procedentes
de las distintas clases sociales, se manifiesten contradicciones tanto en los
estilos de trabajo como en los métodos de dirección, en las concepciones
políticas y, aún, en los objetivos fundamentales de la lucha por el socialismo.
Si
nosotros le damos una correcta solución a dichas contradicciones, evitaremos
que en el futuro éstas nos rebasen y nos lleven al caos político y
organizativo.
Un
arma muy eficaz, a no dudarlo, para superar las contradicciones que surjan al
interior de nuestro partido, es promover decididamente la autocrítica sincera,
así como la crítica camaraderil y constructiva que nos ayude a nosotros mismos
y a nuestros compañeros a superar las deficiencias y errores cometidos en el
trabajo cotidiano. Es preciso desechar la crítica negativa que sólo busca
golpear al compañero, así como la autocrítica hipócrita que pretende eludir,
bajo una falsa imagen de arrepentimiento, la aceptación de los errores propios.
La
crítica honesta y la autocrítica sincera son elementos indispensables que
fortalecerán tanto la unidad, como la disciplina interna de nuestro partido.
IV. RELACION PARTIDO MASAS
La
característica fundamental de nuestro partido es la de ser un destacamento
político de avanzada de la clase obrera, con un profundo, amplio y permanente
trabajo entre las masas. Nuestro eje central de lucha es la destrucción del
capitalismo y la construcción de una sociedad nueva, comunista. Pero, como
indicamos más arriba, también organizamos a las masas para que luchen, en lo
inmediato, por mejorar sus condiciones de vida, empleo, saláriales, de
educación, vivienda, cultura, democracia y por justicia social para los más
amplios sectores de la población, en aras de unir las fuerzas capaces de acabar
con el régimen opresivo y explotador en el cual vivimos.
Nuestra
lucha se desarrolla principalmente en el seno de las masas, impulsándolas,
organizándolas y orientándolas hacia una correcta solución de sus justas
demandas. Con ellas, con las masas, nos relacionamos cotidianamente, de ellas
nos nutrimos cooptando a lo mejor de sus cuadros dirigentes y de base. De ellas
extraemos grandes experiencias y sabias enseñanzas, las que, toda vez sistematizadas
coherentemente, se las devolvemos en forma de teoría para que las apliquen
entusiasta y creativamente en sus luchas cotidianas. Las masas nos influyen y
nosotros influimos en las masas. Esta es la característica más importante de
nuestra relación partido-masas.
Sin
embargo debemos ser precavidos para que nuestra relación con las masas no
enferme y, por el contrario, día con día se fortalezca, sea mejor y permanente.
Sólo así podremos llegar a ser una auténtica vanguardia política.
1. DIFERENCIA ENTRE LAS
ORGANIZACIONES DE MASAS Y LAS ORGANIZACIONES DEL PARTIDO
Las
organizaciones partidistas son instancias de lucha y dirección creadas por el
partido, las cuales obedecen en todo y para todo al partido; por tal razón
están obligadas a seguir los lineamientos y las directrices que éste les marca.
Este tipo de organizaciones se conforman en lo esencial con militantes
designados por el partido y no pueden en forma alguna ser autónomas. La
orientación fundamental de estas organizaciones es la de promover la presencia
y los principios del partido en aquellos lugares donde se les establezca.
Por el contrario, las organizaciones de
masas, ya sean sindicales, estudiantiles, campesinas o populares, tienen su
dinámica y sus formas de lucha propias. Aunque militantes de nuestro partido
participen al seno de ellas, ya sea como dirigentes o integrantes de base, las
organizaciones de masas son independientes del partido; por lo tanto sus
objetivos y métodos de lucha difieren de las del partido y, más bien, dependen
de las condiciones concretas y de las situaciones objetivas en que estas se
desenvuelven.
El
partido no puede ni debe intentar corporativizarlas, al contrario, debe pugnar
por darles una identidad política propia y combatir el bajo nivel político y la
escasa conciencia de clase que en casi todas ellas prevalece. Ello permitirá
coadyuvar al fortalecimiento del papel que
en la lucha juegan sus direcciones orgánico-políticas, esclareciéndoles
la diferencia que hay entre quienes tienen una militancia política que fomenta
la organización y las iniciativas revolucionarias, de aquellos que se dedican a
reproducir sectorialmente las ideas incorrectas y perniciosas del gremialismo
acrítico, del caudillismo estéril o del populismo apolítico; los cuales
únicamente propician se agudice el atraso ideológico y político de las masas y
las lleva a postrarse ante sus enemigos.
2. TRABAJO DE LOS CUADROS PARTIDISTAS ENTRE LAS MASAS
El
trabajo que realizamos entre las masas depende fundamentalmente de nuestros
cuadros. Ellos son los responsables de que nuestros principios sean aceptados o
rechazados por las masas. Ellos son los responsables de establecer una adecuada
coordinación y una sana relación entre el partido y las dirigencias
orgánico-políticas de las organizaciones de masas. Recordemos que: Una vez decidida la línea política los cuadros lo deciden
todo, (J. V. Stalin).
La
relación que como partido debemos establecer con las dirigencias
orgánico-políticas naturales de las masas debe basarse en el respeto y la ayuda
mutua. Respeto a sus decisiones, a sus métodos de lucha y a sus formas de
organización. Además de brindarles toda la ayuda política, económica, humana e
ideológica de que el partido pueda disponer.
Si el
partido en realidad pretende influir en las direcciones orgánico-políticas de
las organizaciones de masas, deberá hacerlo por la justeza de sus principios,
lo correcto de su trato y lo desinteresado de su ayuda, y no por medio de la
imposición o el corporativismo omnímodos; pues resulta más productivo convencer
que imponer. Si nos conducimos así, a cambio recibiremos, y de ello no quepa
duda, su apoyo incondicional en el momento que éste sea requerido.
Esta
es la forma correcta en que debe establecerse la relación entre el partido y la
dirigencia orgánico-política de las organizaciones de masas.
4. ESTILO DE TRABAJO
Ser la
vanguardia política de las masas es una aspiración que depende fundamentalmente
de la forma en que nuestros cuadros trabajen entre las mismas. Si nuestros
militantes desarrollan un estilo de trabajo autoritario, despótico e irresponsable, es seguro que las
masas nunca harán suyos
nuestros principios
y, en cambio, nos tildarán de ser un partido autoritario, impositivo y ajeno a
sus intereses.
Pero
si nuestros cuadros poseen un estilo de trabajo correcto seguramente las masas
los seguirán y, en consecuencia, verán a nuestro partido como una organización
política suya, capaz de servirles en todo y para todo y, por lo mismo, tomarán
como propios nuestros principios y nos considerarán como firmes defensores de
sus intereses.
La
norma rectora del estilo de trabajo de nuestros cuadros debe estar basada en el
principio de Servir al Pueblo. Esto implica que nuestros cuadros
deben aprender de y con las masas, trabajar incansablemente con ellas y anteponer
los intereses de la lucha revolucionaria a los intereses personales o de grupo.
Que el ascenso a puestos de dirección dentro de las organizaciones de masas
debe hacerse en base a su claridad política, a su decisión de lucha y a su
entrega absoluta en la misma y no a través de turbias maniobras.
En
oposición al heroísmo individualista, al egoísmo inútil, al espontaneismo, al
caudillismo mezquino y demás vicios propios del estilo de trabajo burgués o
pequeño burgués; nuestros militantes tienen que desarrollar un trabajo que
promueva la dirección colectiva, la correcta división del trabajo, la
disciplina, la sencillez y la honestidad.
Si
logramos imbuir este espíritu y cualidades en el estilo de trabajo que deben
desarrollar los cuadros del partido tanto de base como de los distintos niveles
de dirección, de seguro podremos cumplir fielmente con los principios y con los
objetivos que nos hemos trazado.
V. POLITICA DE ALIANZAS DEL PARTIDO
La lucha revolucionaria de nuestro
pueblo por instaurar un Estado de carácter socialista, es encabezada y dirigida
por el proletariado, pues es la única clase sinceramente interesada en poner
fin al capitalismo, y la única decidida a llevar la lucha hasta el final. Pero
esto no significa desdeñar la capacidad de las otras clases que también luchan
contra la burguesía y por la transformación radical de México.
Para transformar nuestra realidad se
requiere de la acción conciente, coordinada y unificada de todas las clases
sociales sojuzgadas por el capital, así como de la de sus direcciones
orgánico-políticas y de sus destacamentos de lucha más avanzados. Es decir, se
debe organizar un gran frente obrero, campesino y popular que aglutine en su
seno a las distintas organizaciones de masas y a los diversos partidos y agrupaciones
políticas representativas de la sociedad; sin este frente, será imposible
transformar la situación de explotación, opresión y miseria extrema en que hoy
vive la gran mayoría de mexicanos. En síntesis, es prioritario alcanzar la
unidad revolucionaria de todos los hombres y mujeres que de una u otra forma
luchamos por un total e irreversible cambio político, económico y social de
nuestra patria.
Para incidir significativamente en este
vital proceso de unidad revolucionaria, el partido debe se poseedor de una
correcta, clara y precisa política de alianzas, la cual le permita precisar
quienes son nuestros amigos y quienes nuestros enemigos. Para determinar con
certeza con quienes podemos o debemos aliarnos y con cuales nunca podremos ni
deberemos hacerlo. Por ello mismo es necesario desarrollar el análisis político
que nos permita caracterizar correctamente a las distintas fuerzas políticas y
sociales que actúan en nuestro país.
1.
ALIANZAS TÁCTICAS Y ALIANZAS
ESTRATEGICAS
Una alianza es una unidad de acción
pactada entre dos o más fuerzas sociales o políticas. Esta alianza puede ser
con fines económicos, políticos, sociales, culturales o de cualquier otra
índole. Toda alianza implica la aceptación y la cesión de determinadas
cuestiones, por ello mismo durante el tiempo que éstas duren deberá
establecerse estrecha vigilancia sobre el cumplimiento cabal de los acuerdos
pactados y de las acciones que se implementen para ponerlos en práctica. Por su
carácter las alianzas pueden ser de dos tipos: Tácticas y Estratégicas. Las
primeras se supeditan a las segundas y nunca podrán ni deberán estar por encima
de ellas. Las alianzas tácticas son aquellas que nos permiten acumular fuerzas
para dar saltos cualitativos que nos coloquen cada vez más cerca de nuestro objetivo
político fundamental: La toma del poder político por el proletariado y sus
aliados.
Tácticamente podemos y debemos aliarnos
con aquellas fuerzas políticas o sociales que luchan por transformar al país.
No importa que más adelante estas alianzas se diluyan, siempre y cuando, como
señalamos anteriormente, nos permitan acumular mayores fuerzas ante nuestros enemigos de clase.
Las alianzas estratégicas son aquellas
que obligadamente tendremos que construir y mantener a toda costa, si es que en
realidad pretendemos alcanzar nuestros objetivos. Este tipo de alianzas será
posible siempre y cuando las partes involucradas persigan un objetivo final
común. Lo cual las hace interdependientes la una de la otra, a grado tal que el
accionar revolucionario de una resulta condición indispensable para el accionar
revolucionario de la otra, y viceversa. Tal es el caso de la alianza
obrero-campesina, pues sin ella resultará casi imposible que cristalicen los
esfuerzos revolucionarios por instaurar el socialismo en México.
Es muy importante distinguir entre las
alianzas tácticas y las estratégicas. Sólo en algunos casos muy específicos, y
muy coyunturalmente, podremos aliarnos tácticamente con nuestros enemigos, pero
esto nunca podrá suceder estratégicamente porque nuestros objetivos finales son
diametralmente opuestos. Por ello mismo el partido en cada alianza de este
tipo, sólo cederá en algunos aspectos secundarios, prácticos u operativos, pero
jamás cederá en cuestiones de principios. En este tipo de alianzas, es muy
conveniente tener presentes la indicación de Lenin, de que con la burguesía, en
determinadas circunstancias deberemos “golpear juntos, pero marchar separados”.
2. COORDINACIONES, ALIANZAS Y FUSIONES
Nuestros amigos son aquellas fuerzas
políticas y sociales que tienen un proyecto político a favor del pueblo, con
una posición crítica ante el sistema político, económico y social actual, que
se mantienen independientes del régimen y sus aliados, y que aceptan y
desarrollan la movilización de las masas como arma fundamental de lucha.
Es con este tipo de fuerzas políticas y
sociales con quienes debemos establecer e impulsar la unidad de acción. Dicha
unidad estará condicionada por el grado de madurez política que tengan las
distintas organizaciones que la integran y por su disposición a marchar unidas
por el mismo camino, a perseguir los mismos fines y a golpear juntas al
enemigo.
En la práctica la unidad de acción
entre las diferentes fuerzas políticas y/o sociales recorre tres niveles, a
saber: Coordinaciones, alianzas y fusiones.
Las coordinaciones se establecen, sobre
todo, en una primera instancia del conocimiento recíproco entre dos o más
organizaciones políticas y entre aquellas que, aún conociéndose, no son
susceptibles de llegar más lejos. Y se dan sobre la base de actuar
conjuntamente en actividades o acciones muy definidas y concretas, sin llegar a
establecerse compromisos mayores. No obstante lo anterior, una coordinación
bien cuidada puede conducir a una alianza.
Las alianzas, como ya se señaló, son
unidades de acción pactadas entre dos o más fuerzas políticas y/o sociales, las
cuales implican el otorgamiento y la aceptación de determinadas cuestiones y la
más estrecha vigilancia sobre el cumplimiento cabal de los acuerdos pactados y
de las acciones para implementarlos. Del acertado tratamiento que se le de a
las contradicciones surgidas durante el desarrollo de una alianza, dependerá
que la fuerzas involucradas en ella puedan llegar a la fusión orgánica o no.
Por lo que respecta a las fusiones,
estas son posibles únicamente en la medida en que las partes que la conforman,
tras un tiempo razonable de marchar unidas han logrado superar sus diferencias
políticas, ideológicas y prácticas y su cohesión ha madurado en grado tal que
ya se torna indispensable formar una nueva y única organización; superior a las
que le dieron origen, más sólida, fuerte y numerosa. Lo cual, a no dudarlo,
será valiosa contribución al fortalecimiento de la lucha política de nuestro
pueblo.
3. ALIANZAS COYUNTURALES, TEMPORALES Y
PERMANENTES
Las alianzas varían en su duración y
dependiendo de situaciones objetivas y concretas pueden ser de tres tipos:
Coyunturales, temporales y permanentes.
Las alianzas coyunturales se pactan
para llevar acabo acciones muy concretas y específicas, como pueden ser un
plantón, una marcha, un mitin o un proceso electoral. Las temporales se
proyectan para realizar acciones de mayor trascendencia como puede ser
organizar y dirigir una huelga hasta su solución; organizar a los campesinos de
un determinado ejido para la defensa de sus tierras, por citar algunos casos.
Las alianzas temporales, desde su inicio, imponen una clara definición de los
objetivos políticos que se persiguen y de los lineamientos a seguir por quienes
participan en ellas.
Las alianzas permanentes son las más
importantes, en ellas las distintas agrupaciones que las conforman unen sus
fuerzas, sus recursos humanos, políticos, recursos materiales y capacidades
económicas para marchar unidas políticamente, coordinar acciones y dar solución
correcta a los problemas que enfrentan. Mas, a pesar de ello, dichas alianzas
permanentes no siempre conducen a la unidad orgánica.
Dentro del complicado proceso de
alianzas es necesario saber distinguir a los que son nuestros amigos y a los
que son nuestros enemigos. Pues sólo así seremos capaces de determinar
acertadamente con quienes podemos y debemos aliarnos ya sea coyuntural,
temporal o en forma permanente. De igual manera, ello nos permitirá
definir con que fuerzas políticas nunca
podremos ni deberemos establecer
alianzas.
Es comprensible entonces, que podemos y
debemos aliarnos coyunturalmente o temporalmente con aquellos partidos
políticos, agrupaciones civiles u organizaciones sociales que coincidan, aunque
no del todo, con nuestros principios político-ideológicos; y aún con aquellos
que sin compartirlos pugnan por democracia y justicia social. Una alianza
permanente y a todos los niveles se realizará con aquellas organizaciones
políticas con las que se coincida ampliamente en los aspectos ideológicos,
políticos, prácticos y organizativos fundamentales.
Una correcta política de alianzas
servirá como gran aporte para lograr la anhelada unidad del movimiento
socialista revolucionario, hoy disperso.
4. EL FRENTE NACIONAL REVOLUCIONARIO DE
LAS MASAS
Consumar la obra revolucionaria e
instaurar el socialismo en México requiere de la más amplia, decida y enérgica
participación de todas las clases oprimidas y explotadas por el capitalismo,
así como la de sus organizaciones políticas y sociales. Todas ellas bajo la
conducción clara, firme y consecuente de la vanguardia obrera: El Partido
Comunista del Proletariado.
Debemos tener claro que no todas las
clases sociales y no todas las organizaciones políticas y sociales que actúan
en nuestro país aspiran a instaurar el socialismo en nuestro país. Pero si en
cambio, la gran mayoría exige democracia y justicia social; y sólo un sistema
económico y político como el socialismo puede garantizarlas. Por eso mismo
debemos hacer confluir a todas estas clases sociales y sus diversos
destacamentos de lucha en un gran frente nacional de masas. En el cual hagan
valer sus derechos y aspiraciones a una vida más justa, equitativa y
democrática.
Este frente nacional revolucionario de
masas abarcará todos los aspectos económicos, políticos, sociales y culturales
del país. En este frente todos los que hoy son víctimas de la opresión,
violencia y explotación capitalista, encontrarán una trinchera de militancia y
una tribuna desde la cual hagan oír su voz, con la seguridad de que sus
denuncias serán escuchadas y sus demandas tendrán soluciones justas y adecuadas
a través de una lucha organizada y constante.
El frente nacional revolucionario de
las masas es la expresión concreta de la alianza estratégica indispensable del
proletariado con las demás clases sociales del país, para enfrentarnos con
éxito a la burguesía que hoy nos oprime y explota. Démonos a la tarea de
construir este gran frente nacional revolucionario de las masas.
PALABRAS
FINALES
Sabemos que no resultará una tarea
sencilla construir un partido de nuevo tipo. Pero nosotros, como auténticos
revolucionarios estamos empeñados en hacerlo.
Queremos forjar un gran partido obrero,
revolucionario, marxista-leninista, que conduzca con sabiduría a los obreros, a
los campesinos y al pueblo en general en una revolución victoriosa.
Queremos construir un gran Partido
Comunista de Nuevo Tipo, que se integre por muchos y muy buenos militantes.
Capaces en lo teórico, audaces en lo político, decididos en el trabajo y
entregados absolutamente a la causa y a la clase a la que representan.
Queremos un partido con una línea
política clara y definida. Con un programa de lucha de y para el pueblo.
Profundamente enraizado en las masas. Con una correcta política de alianzas. Y
con una vida política interna sana. Queremos un partido proletario que no sólo
aspire a ser la vanguardia revolucionaria de nuestro país, sino que, gracias a
su trabajo y claridad de objetivos, lo sea efectivamente.
¡CONSTRUYAMOS EL PARTIDO COMUNISTA DEL PROLETARIADO!
Organización Política Proletaria
Enero de 2009.
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