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22 ene 2014

MÁS QUE MITO, REALIDAD QUE ABOFETEA A LOS NEOLIBERALES



Juan José de los Reyes Martínez Amaro, mejor conocido como ‘El Pípila’, nació el 03/01/1782, en la casa No. 90 de la calle el Terraplén, San Miguel el Grande, Guanajuato. Sus padres fueron Don Pedro Martínez y Doña Ma. Rufina Amaro. Aprendió a leer y escribir en su pueblo natal. En su juventud ingresó como barretero en la mina de Mellado. 

El insurgente Don Pedro García, que conoció al Pípila, decía que era un hombre fuerte, valiente, que sabía leer y escribir; de tipo mestizo, con mucho de indio otomí o chichimeca, moreno, pelo lacio y obscuro, ojos rasgados y complexión musculosa. Partidario de la causa insurgente, pertenecía al ejército organizado por Hidalgo y Allende.

Desde muchacho los mineros le apodaban: “Pípila”, nombre que en el bajío se le da al guajolote o pavo doméstico. Juan José de los Reyes apoyaba la causa independiente, ya que en aquellos tiempos eran ásperamente castigados por la violenta autoridad de Riaño, por tal motivo decidió unirse a las filas del ejército insurgente, donde conoció al cura de Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla.

En septiembre de 1810 participó en el levantamiento independentista del cura Hidalgo. Acompañó al ejército insurgente desde San Miguel el Grande, su pueblo natal, hasta Guanajuato, destacándose en la lucha por la toma de la Alhóndiga de Granaditas. 

Hidalgo se presentó en Guanajuato el 28/09/1810, instando a Riaño para que rindiera la plaza, éste se negó y se hizo fuerte dentro de la Alhóndiga. Largo tiempo resistieron los realistas el ataque insurgente, hasta que los altos mandos consideraron que sólo podría tomarse la fortaleza si se quemaba su puerta principal. Tras horas de intensos combates, de los Reyes Martínez solicita autorización al cura Hidalgo para incendiar la puerta principal de la Alhóndiga. Para lograr su cometido, "El Pípila" colocó sobre sus espaldas una laja de cantera y con ella se arrastró pecho a tierra hasta la entrada; en una mano portaba una antorcha y en la otra brea que untó en la puerta; esta inmediatamente incendió el umbral, lo cual le permitió al ejército insurgente penetrar a la fortaleza y pelear hasta adueñarse de ella.

Concluida la guerra de independencia, “el Pípila” regresó a su trabajo como minero. Falleció el 25/07/1863, víctima de los gases y el polvo de la mina. Contrario a lo que afirman los neoliberales enemigos de toda soberanía nacional, existen suficientes documentos que prueban la existencia de este heroico personaje. El Pípila fue inmortalizado en 1939 mediante una monumental estatua de cantera, obra del escultor guanajuatense Juan Fernando Olaguíbel Rosenzweig. 

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